(Nota de la traductora: Hola, soy Crysania, de nuevo. Como veo que las traducciones de "College Life" han gustado voy a arriesgarme a traducir más cosas. Gracias por vuestros mensajes de ánimo. ^_^) El chico se burló de ella antes de lanzarse hacia delante. Su mayor tamaño e impulso les tiraron de espaldas hasta que ella se encontró en el suelo. Ella fue rápida al intentar ponerse en pie pero sólo fue un intento. Antes de poder bloquearle, el puño del chico conectó con su mejilla. El mundo oscureció. Le costó unos momentos volver a la realidad. La cabeza le daba vueltas. Luchó para enfocar la vista. El chico aprovechó la oportunidad para mancharle el uniforme, el pelo y la cara con barro producido por la tormenta de la noche anterior. Intentó débilmente deshacerse de él pero no lo consiguió. Se limpió el barro de los ojos. Una mirada llena de frío odio fue al encuentro de la postura de gallito de él. Se rieron de ella. Todos se rieron de ella. Le tomaron el pelo sobre cómo la poderosa había caído. ¿Acaso no estaba guapa con su vestido ahora? La princesa de cabellos rubios. Ella no les había pedido su opinión. Ella nunca había dicho nada de lo que la acusaban. Las lágrimas se mezclaron con la lluvia que comenzó a caer de nuevo. El ganador le dio una patada al barro delante de ella antes de darse media vuelta. "Te he vencido. Te he *vencido*..." Se despertó con el corazón latiendo a toda velocidad. "Sólo fue un sueño. Sólo un sueño.". Respiró hondo y siguió repitiéndose lo mismo. Levantó las piernas a un lado de la cama. Unas manos temblorosas pasaron por su cara y luego se echaron hacia atrás el pelo, empapado en sudor. "Shimatta", maldijo suavemente. No había sido un sueño, sino un recuerdo. Salió de la cama y se fue al cuarto de baño. Una ducha caliente le ayudó a que los escalofríos provocados por la pesadilla desapareciesen. Apoyó la cabeza en las racholas, dejando que el agua corriera sobre ella como la lluvia de aquel día. Había pasado demasiado tiempo recordando aquello. "Shimatta", dio un puñetazo contra las racholas, frustrada. Lo había intentado con todas sus fuerzas, pero no podía evitar recordar el resto de aquel día maldito. Había corrido. Había corrido deseando no detenerse jamás. Tras ella había dejado su dolor, su vergüenza, sus *cadenas*. Aquel día decidió dejar de intentar vivir para cumplir las expectativas de los demás. Aquel día se convirtió en Ten'ou Haruka. ******************** Distante Por Greenbeans traducido por Crysania ******************** Deshizo el resto de las maletas. Había alquilado aquel apartamento hacía dos días. Era espacioso para una persona sola, con una vista que justificaba su precio extravagante. Fue las vistas lo que le habían convencido. Le encantaba mirar al cielo que estaba sobre ella, como si él fuera una parte de ella. Tras dejar los últimos libros en su sitio, caminó hacia las enormes ventanas que daban a Tokyo. Se sentó en el alfeizar de una de las ventanas y recogió las piernas, dejando la barbilla sobre las rodillas. Ya había decidido que aquél sería el lugar en el que pensar. "¿Por qué estoy aquí?" La pregunta estaba pidiendo a gritos una respuesta a varios niveles. No era fácil llegar a ninguno de los niveles, o aceptar la conclusión, si llegaba a alguna. Literalmente, ella estaba allí, en la Torre Ten'ou, porque tras años de no encajar en su hogar, finalmente se había ido. Ya no era su hogar, pero su historia no era tan sencilla. Nada le parecía sencillo. ----- "Ruka-chan, ¡¿qué te ha pasado?!" Su padre llamó a un mozo para que acabara de servir al cliente con el que se encontraba. Levantó la tapa del mostrador para que ella pudiera entrar en su oficina. Ella le siguió pasando delante de mezcladores, hornos y panaderos que habían ocupado tanto tiempo a su padre. La pelea había tenido lugar después de las clases del colegio. De nuevo se habían metiodo con ella porque era una señorita perfecta y adecuada. Eso era algo que su madre había comenzado. A ella no le importaban en absoluto los esfuerzos o las atenciones que se necesitaban para ser una señorita como su madre deseaba. Todos se metían con ella porque era una princesita. Que iba a crecer para ser igualita a su madre. Su madre era una funcionaria que consideraba que su imagen era lo más importante. Haruka a menudo era vista como una deshonra en esa imagen. Su madre tenía miedo de que a Haruka le afectara el modo en que los demás la veían, así que la obligó a conformarse. Ser como su madre era lo que menos deseaa. Ella no podía hacerles entender a los demás eso, y le faltaba paciencia para explicárselo. El temperamento ardía -- bueno, por lo menos el de ella. Y todo acabó antes de comenzar. El chico era más alto, más fuerte, más rápido que ella. Ni siquiera tuvo una oportunidad delante de él. Y después de eso, salió corriendo hacia su casa. Corrió tan rápido como sus piernas le permitieron. No había nadie en casa a aquellas horas del día. Cogió ropa limpia de su habitación por el camino y se fue al baño a limpiarse. Le había costado una eternidad sacar todo el barro de su largo cabello de color rubio arenoso. Podría esconder las heridas de las rodillas y los codos, pero no el morado que comenzaba a tomar forma en su cara. Como podía elegir quién vería los golpes primero, si su padre o su madre, eligió a su padre, porque era más comprensivo. Lavada y vestida con su camisa favorita y pantalones cortos, fue andando hacia la panadería de él, que estaba cerca. Su madre le había reñido muchas veces porque era peligroso para las niñas caminar solas por allí. Pero su padre nunca se quejó cuando ella aparecía pidiendo un bocado o un abrazo. Después de eso, él enviaba a uno de sus ayudantes para que la acompañasen a casa. A ella no le importaba ya que a menudo también la acompañaba algo bueno. Su padre la cogió en brazos y la sentó en la silla de su escritorio. Su oficina estaba en una rampa y sólo tenía espacio para dos si estaban muy cerquita el uno del otro. Él le echó unos mechones de cabello hacia atrás para mirarle a la cara mejor. Ella no intentó esconder la marca detrás del pelo. Una vez limpio, había vuelto a su coleta habitual. "¿Otra vez peleando?" la voz de él era suave y comprensiva. Ella miró al suelo. Un dedo se situó debajo de su barbilla. Le levantó la cara gentilmente, para que ella pudiera mirarle a los ojos. Eran verdes, como los suyos. "Tu madre se va a enfadar cuando se entere. ¿Los niños se han vuelto a meter contigo?" Ella asintió, el dedo de él todavía debajo de su barbilla. Cuidadosamente la levantó de la silla, cogiéndola en brazos y sentándola sobre su regazo. La rodeó con los brazos en un ligero abrazo. Ella se acurrucó como una bolita contra él. Una vez asentados los dos, él habló de nuevo, con su agradable voz de barítono. "Ruka-chan, ya hemos tenido esta conversación antes. No puedes dejar que lo que te digan los chicos te gane. Las palabras pueden dolerte y molestarte, pero no te harán tanto daño como un puño. Comprendes la diferencia?" "Sí, Padre", respondió en voz baja. "Tu madre y yo intentamos duramente protegerte de la gente que quiere hacerte daño, pero no siempre podremos estar contigo. A veces tienes que protegerte sola. La mejor forma de hacerlo es siendo más lista que los que te quieren hacer daño." "Sí, Padre", apoyó la cabeza en el pecho de él y dejó que sus palabras la relajaran. Él de nuevo echó unos mechones sueltos hacia atrás y la abrazó. "Te queremos, Ruka-chan. No queremos que te hagan daño nunca. Nos preocupa que te hagan daño, así que ten cuidado, por favor." "Sí, Padre", murmuró antes de caer dormida finalmente. ----- Haruka miró de soslayo al sol que ahora se enfrentaba a ella. Al mirar al reloj de pared se sintió desfallecer cuando se dio cuenta de que había pasado dos horas mirando por la ventana. Se levantó de la ventana y estiró su largo cuerpo. Ella quería haber pasado el día explorando sus nuevos alrededores. Hacía tanta calor fuera que una chaqueta habría sido insoportable. Una vez llegó al pasillo se preguntó dónde encontrar una buena cafetería. Tras su paseo, ya lo comprobaría. Al otro lado de la puerta, se alisó la corbata antes de dirigirse en dirección sur. Como siempre, la gente que compartía la acera con ella le dejaban espacio libre. Del por qué ella no estaba muy segura; podría haber sido por su estatura poco usual o por su actitud dominante. Fuera lo que fuera ella se sentía agradecida porque eso le dejaba moverse con más velocidad. Velocidad... éso era lo que más deseaba. Ir rápido y dejar todo detrás. Pero no podía hacer eso, todavía no, pero pronto... Ése era su sueño. La mudanza a aquella zona había aumentado la distancia con el circuito de carreras, pero eso no iba a disminuir la frecuencia de sus visitas. Le había costado años de merecido esfuerzo obtener una posición privilegiada como conductor en el equipo. Eso era lo más valioso para ella. Pasó de la mayoría de las tiendecitas con las que se fue encontrando por el camino. La excepción fue una tienda de fruta al aire libre, en la que compró una manzana. No lejos de la frutería acababa la manzana de edificios que daban a un parque. Dando otro mordisco de la fruta que llevaba en la mano, decidió explorar el parque ahora en lugar de más tarde. Había pasado un rato desde que había caminado por encima de la hierba por el mero placer de hacerlo. El cálido día impulsaba a la gente a salir fuera. 'Así que éstos son mis nuevos vecinos,' pensó distraidamente mientras veía a unos niños jugando en los columpios, toboganes y otros equipos que había. Se apoyó en un árbol para verles jugar. Una pequeña sonrisa triste atravesó sus labios. Así era como se suponía que tenía que haber sido la vida. ----- Agachó la cabeza aceptando aparentemente las palabras de su madre pero por dentro iba a estallar. Su madre estaba enfadada tras saber de su última escapada y no se había molestado en esconderlo. No era culpa suya que los niños se metieran con ella. A ella ni siquiera le *gustaba* llevar los vestidos que su madre le forzaba a llevar. Ella era castigada por todos los lados en lo que casi podría ser considerado como una conspiranción para convertir su vida en miserable. Las amargas lágrimas se deslizaban por sus mejillas antes de que le dieran permiso para marcharse. Volvió a su habitación y se encerró malhumorada. Las lágrimas caían en silencio mientras escuchaba el enfado de su madre, en el salón. "Deberías tener más paciencia con ella," sonó en voz baja su padre. "¿Paciencia? ¿Cuántas veces pasa esto? ¿Esperas paciencia cuando ella sigue metiéndose en líos en el colegio?" Haruka mordió la almohada para aliviar un poco su enfado. ¡No era culpa suya! ¿Por qué ella no podía ver eso? *Ella* era la que le provocaba problemas a ella. Si le dejara ser como era, podría manejar a los chicos. En la mayoría de los casos, tenía miedo de actuar por culpa del vestido que llevaba y el enfado de su madre al ver *otro* vestido roto por culpa de su 'temperamento'. Se echó a reir para sí, disgustada. Era fácil ver de dónde había heredado eso. "Ruka-chan tiene un espíritu salvaje, como su abuelo. La edad y la experiencia la domarán." Era una defensa muy utilizada y con la que había crecido desde hacía mucho tiempo. La respuesta que esperaba no apareció. En lugar de eso, una nueva y peor respuesta le siguió. "Yo domaré su espíritu salvaje. ¡Yo siempre quise una hija y por Dios que la tendré!" Su corazón se paralizó. Oh, Dios, miró a su alrededor como un animal enjaulado. Ella quería gritar de miedo. No había nada que le repulsara más que aquella idea. ¿Por qué no la dejaba en paz su madre? No era tan difícil de comprender. Ella siempre había sido clara con sus sentimientos. Pero su madre no quería eso... no la quería a *ella*. Rechazada, se tiró sobre la cama. Su madre no la deseaba a ella. Ella deseaba a otra persona, que fuera una dama perfecta, que nunca se peleara con nadie y que sacara unas notas perfectas en el colegio. Ella lo había intentado, ¡oh, cuánto lo había intentado! Sus mejores esfuerzos, a pesar de todo, siempre se quedaban cortos. Parecía que sus notas nunca eran lo bastante buenas, aunque siempre estaba entre los cinco mejores en los exámenes. Intentó actuar como su madre le dicataba que era lo adecuado, pero no era algo natural en ella; así que era una lucha constante. La puerta de su habitación se abrió de repente. Su madre estaba ante ella con una mirada desaprobadora. Hizo una mueca delante suyo antes de decir, "Yo te recogeré mañana del colegio, no me hagas esperar." La miró de arriba a abajo. Haruka pudo sentir la desaprobación por los pantalones cortos y la camisa. "Y de eso también me encargaré pronto," dijo para sí mientras seguía examinando a su hija como a una obra de arte de la que no se preocupase en absoluto. Suspiró y cerró la puerta de la habitación. ----- "Oiga, señor, ¿nos puede tirar la pelota?" Haruka miró a su alrededor antes de ver la pelota de fútbol cerca. Se arrodilló y la cogió con la mano derecha. Una imagen veloz de sus largos dedos cogiendo la pelota pasó por su mente antes de devolvérsela al niño. Siguió su interrumpido paseo. Aquél era un parque bonito, pero no estaba de humor como para disfrutar de él. Había un banco cerca de la fuente central. Se sentó y apoyó los brazos en el respaldo del banco mientras veía el agua bailando delante de ella. La gente caminaba entre ella y la fuente. Al pasar, podía captar restos de sus conversaciones. Dos chicas, estudiantes de colegio, llegaron cerca. "Bueno, ¿cómo fue?" preguntó una excitadamente. "Bueno, duele, pero sólo un momento," respondió su compañera. "Ojalá mi madre me dejara agujerearme las orejas..." siguieron caminando. Haruka luchó contra la necesidad de seguirlas y decirles cuánto dolía. Se fijó en el agua delante suyo. 'Por qué la gente paga para que alguien le haga heridas, nunca lo entenderé.' Miró de nuevo a las chicas. Una estaba admirada de la otra. 'Baka...' ----- Haruka estaba en la puerta del colegio, esperando pacientemente a su madre. Llegó pronto en el coche de la familia. Se metió en el asiento delantero y se puso el cinturón de seguridad. Su madre ni siquiera le había saludado. Condujo en silencio hacia su destino. Los ojos de Haruka se abrieron ligeramente al apreciar el tamaño del centro comercial al que su madre la había llevado. Se cogió a la mano de su madre con miedo a perderse en un sitio tan grande y tan lleno de gente. Ella la llevó por diferentes tiendas antes de entrar en una. Haruka miró a su alrededor en la joyería con dócil interés. "Vamos, Ruka-chan." su atención volvió a su madre mientras se sentaba en una silla. La dama con la que su madre había estado hablando se acercó a ellas con una encantada sonrisa. Haruka frunció el ceño y miró a su alrededor de nuevo. Había algo que no tenía buena pinta. La señora siguió sonriendo mientras se ponía un par de guantes. Abrió un pequeño cajón y sacó un instrumento con un gatillo que parecía una pistola. Sus ojos se abrieron de repente al darse cuenta de golpe de lo que iba a pasar. Intentó levantarse del asiento, pero su madre le cogió firmemente de la mano. "Ruka-chan, compórtate." "Madre, tengo miedo. No me hagas esto," suplicó. Su única forma de escapar sería convencerla de que aquélla era una mala idea. "¿Oh?" la mujer dejó de limpiar sus lóbulos para preguntar. "Sólo pinchará un momento. Luego serás tan guapa como una señorita," sonrió. Se puso a llorar ligeramente, de miedo. No era el hecho lo que le daba miedo sino lo que simbolizaba. No quería ser 'una señorita'. Y si quisiera, tener las orejas agujereadas no habría sido una diferencia considerable, era lo que había entre líneas lo que importaba. El profesor del colegio del domingo les había enseñado eso. Intentó salir de la silla pero su madre la tenía bien cogida. La mujer intentó calmarla pero fue inútil. Finalmente, le cogió la barbilla con una mano mientras con la otra puso la pistola en su sitio. "Por favor, quédate quieta o te haré daño." Se quedó quieta pero fue sólo por miedo. Horrorizada, el tiempo fue pasando lentamente mientras veía a la mujer apretando el gatillo. Hubo un click y un pinchazo en su oreja coincidiendo con el sonido. La mujer apartó la pistola. El corazón de Haruka le cayó a los zapatos. Su mente se negó a aceptar la retorcida idea de lo que acababa de pasarle. Estaba en un estado dócil de shock; su voluntad de luchar se había evaporado. El agujero estaba hecho y su otra oreja estuvo agujereada rápidamente. La mujer sonrió orgullosa y le hizo darse la vuelta para mirarse en el espejo. Vio aquellas 'mejoras', pero a su mente le asqueaba la idea. La necesidad de vomitar allí mismo le sobrecogió. Su madre la levantó de la silla y sonrió feliz. "¿A que ahora estás mejor?" preguntó. Haruka no respondió. ----- "Me haces daño. Me haces daño de formas que no llegas a comprender..." murmuró suavemente. Las chicas se habían ido, junto con el resto de la tarde. Era casi la hora de cenar y no había hecho nada aquel día. Se levantó del banco y se dirigió a la cafetería. El ligero caminar que mantenía le ayudó a aclarar la mente de todos los pensamientos que revoloteaban. No estaba centrada y eso le frustraba. La cafetería er aun lugar cálido, parecía amistoso. Se sentó ante una mesa y esperó a que le sirvieran. Una adolescente con cabello dorado le tomó el pedido, luego volvió rápidamente con el café que había pedido. 'Espavila, Haruka,' se riñó a sí misma. Tenía mucho que hacer mañana y podría haber empezado hoy si no hubiera tonteado. Necesitaba ir al circuito de carreras y revisar su coche. Aquel fin de semana había una carrera. Éso y prepararse para el colegio, se recordó. Se había apuntado al Mugen Gakuen, pero todavía tenía que ir a recoger su uniforme y los libros. Esperaba con indiferencia el nuevo año escolar. El colegio era sólo otra forma de pasar el tiempo. Ella habría preferido pasarlo trabajando en las carreras, pero no tenía opción al respecto. De hecho, una buena cantidad de sus dificultades en el pasado seguramente habrían vuelto a ella si tuviera mucho tiempo libre. Tenía que admitirlo, una vez comenzó a correr en el circuito, las oportunidades de meterse en líos habían disminuido. Ella quería jugar a beisbol como en su antiguo colegio, pero no dejarían entrar a una chica en el equipo masculino. Era una política con la que ella y el entrenador estaban en contra porque ella ya había probado que era una lanzadora con talento. ----- "¿Haruka? ¿Haruka?" Escuchó a su padre llamándola mientras caminaba hacia el campo que había cerca de un solar. Sonrió ligeramente. Le había costado un poco convencer a los chicos de su edificio de que le dejaran jugar con ellos, pero una vez lo había hecho, ellos no se arrepintieron. Ella era un demonio en el montículo de lanzamiento mientras que parecía una 'niñita dócil', como un chico del equipo contrario apuntó. Los otros equipos se reían al pensar en que ella podía ser buena. sus risas dejaban de sonar en cuanto eran batidos en la mitad del campo, malhumorados por haber sido vencidos por una chica. Se había ganado el respeto de los miembros de su equipo y lentamente se estaba ganando el respeto de la oposición, también. Pensarlo le hizo sonreir. Su padre se detuvo cerca del cuadrado del campo y la esperó pacientemente. Ella le sonrió por dejarle acabar de lanzar. Su sonrisa se convirtió en una mueca mientras se preparaba para lanzar. La bola voló a la derecha del chico que se había atrevido a retarla. Dos lanzamientos más y pasó exactamente lo mismo. Su equipo la felicitó por su éxito al ganar otro partido por ellos. Los chicos la rodeaban y le daban palmadas en la espalda. Su padre también se acercó al montículo. Los chicos se separaron para volver con sus respectivos padres para irse a cenar. él se arrodilló al nivel de ella antes de darle un abrazo. Entonces la cogió en brazos y la llevó con él. "lanzas bien," la alabó. "Gracias por enseñarme ese lanzamiento," hizo una mueca ella. "¡Hoy lo he utilizado bien!" sonrió incluso más y le dio un abrazo. "De nada, Ruka-chan. ¿Cómo ha ido el día con tu madre?" La sonrisa desapareció. "Papa..." susurró suavemente antes de abrazarle con fuerza. "¿Haruka?" dejó de caminar para mirarla, preocupado. Ella casi estaba a punto de llorar. "¿Qué te pasa?" preguntó gentilmente. Ella absorbió ruidosamente por la nariz un poco y le contó lo que había pasado en la joyería. Él la escuchó pacientemente, como siempre, hasta que ella acabó de contarle sus penas. "Siento mucho que te sientas así," murmuró. Le levantó la barbilla y la examinó. Sonrió ligeramente. "Ya sé que no quieres escuchar lo que te voy a decir, pero te queda bien." Ella hizo una mueca con el cumplido. Él se rió de su expresión y la abrazó. "Ruka-chan, no deberías ser tan sensible. Ya sé que no te gusta pensar en palabras como 'guapa' o 'femenina', pero no lo confundas con estar bien. Creo que estás bien con las orejas agujereadas y que eso no tiene nada que ver con las motivaciones de tu madre. Además, también le queda bien a tu cara." siguió caminando. Ella pensó en sus palabras, encontrando la lógica que tenían. Su padre siempre era bueno en lógica, hacía todo sencillo, fácil de comprender. *Había* una diferencia entre ser 'femenina' y tener buen aspecto, decidió. Bueno pues, no le importaba lo femenino pero no tenía nada en contra de tener buen aspecto. Los chicos estúpidos sólo eran eso. No habían encontrado la diferencia y se habían metido con ella por eso. No se habían pasado por miedo a que ella se negara a lanzar si lo hacían. Pero ellos no importaban. Lo que importaba era lo que ella pensaba de sí misma. Abrazó a su padre en silencio mientras él la llevaba al apartamento. ----- Haruka sonrió ligeramente a la camarera mientras ella servía su comida; el enfado de antes casi estaba olvidado. Se preguntó si el entrenador de aquel nuevo colegio le permitiría jugar en el equipo de beisbol. "¿Sabes algo del Mugen Gakuen?" preguntó a la chica antes de que se fuera. "¿La Academia del Distrito Delta? He escuchado que es un colegio elitista. Tienes que sacar muy buenas notas en los exámenes de acceso para ser considerado como admisible. Da enseñanza a cursos muy avanzados. Un reto para cualquiera que pueda entrar," asintió para enfatizar la frase. Haruka dudaba de que ella fuera considerada admisible aunque tuviera buenas notas. La chica se lo confirmó al seguir hablando. "Yo ni siquiera entraría por buenas notas. El nivel es demasiado alto para mi y la mayoría de la gente," sonrió. "Gracias," Haruka miró a la comida que tenía delante. No tenía mucha hambre, pero hoy no había comido y tenía que hacerlo. Definitivamente, atletismo, decidió. Los deportes eran una buena distracción. Eran fáciles para ella. Demasiado fáciles la mayor parte del tiempo, pero ocasionalmente un oponente poderoso se presentaba. Y le daba gran valor por ser capaz de retarla. Eran un tesoro por las raras ocasiones en que se presentaban. Se fue de la cafetería y dejó una buena propina a la camarera. Lentamente se dirigió a su casa, en la Torre Ten'ou. Los vientos enredaron su cabello, jugaban con él, la desafiaban a domarle. Pero ni siquiera intentó hacerlo. Ella disfrutaba de la brisa. La sensación del viento en su pelo era como la caricia de un amante gentil. Lo añoraba. Sin saber el por qué, o sin importarle realmente, siempre se había sentido como si fuera el mismísimo viento. Su vida tenía tantos grados de resistencia dispersos con tormentas que amenazaban con destruirla. Pero también era gentil a veces, jugando con ella para buscar profundamente, para encontrar más -- una promesa, un beso... ella era el viento. ***** Se despertó antes de que sonara el despertador. Hoy iba a ser un buen día, lo presentía. Se estiró, luego se fue a duchar. Habría sido una buena mañana para tomar un baño pero no tenía tiempo para eso. Neceistaba bajar al circuito de carreras. Se tomó un desayuno rápido mientras bajaba por el ascensor. En el garaje sonrió ligeramente al ver su motocicleta. Pasó un dedo ligeramente por su cuerpo antes de montarse en ella. Seguramente iba a hacer calor otra vez hoy, pero eso no impidió que se pusiera el traje de piel. La moto rugía con vida. Con guantes y casco bien puestos, salió en dirección al circuito. "Buenos días, Ten'ou-san", la llamó el mecánico jefe, Yamagata, cuando ella apareció. "Buenos días", respondió de forma educada. "¿Cómo está el coche?" "Ronronea como un gatito", proclamó con orgullo. "Irá como la seda, ya lo verás." Ella le dio una palmada en la espalda. "Estoy segura de que me conducirá a la victoria." "Claro que sí" asintió él. "Ven y mira esta modificación en el depósito de carburante. Creo que hará..." ----- 'Contra más viejo, más sabio', el nuevo año escolar había comenzado de forma pobre para ella, o, más precísamente, pobre para su madre. Ella había crecido muchísimo en un año. Tanto que no había uniformes femeninos que le vinieran bien. Estuvo encantada cuando el colegio decidió darle un uniforme masculino, pero se lo guardó para sí. Su madre había hecho de todo para coserle un uniforme ella misma, y que llevara un uniforme femenino. Por ahora, no podía hacer nada al respecto. Ella *tenía* que ir al colegio, después de todo, aunque eso significara tener que llevar el traje de los chicos. Se puso un chaleco encima de la camisa y la corbata que a su madre tanto le hacían enfadar. Feliz con lo que llevaba, salió corriendo al salón para desayunar. Su madre se había ido a trabajar temprano aquella mañana, com siempre, pero su padre todavía estaba allí. "Buenos días, Ruka-chan," la saludó cuando entró en la estancia. "Bueno, ¿a que tienes buen aspecto hoy?" bromeó gentil. Ella ya se había dado cuenta de que él halababa más a menudo su elección de ropa tanto si a su madre le importaba el traje como si no. Al principio, siempre le hacía sonrojarse cuando le decía algo agradable. Pero ahora se encontró intentando encontrar algo nuevo que a él pudiera gustarle. No le importaba en absoluto la opinión de su madre, eso ya estaba claro desde hacía mucho tiempo. Pero la de su padre, por otro lado, era bien recibida porque podría haber algo interno o alguna idea que ella no hubiera tenido antes. Le hizo buscar su consejo y añorar sentir sus palabras. Haruka le sonrió y se alisó la corbata. "Me gusta este uniforme más que el de las chicas," admitió al sentarse a la mesa. "No dudo de que es verdad." él había preparado un desayuno típico del oeste aquella mañana. Ella no podía acostumbrarse a la cantidad de azúcar que los del oeste se ponían en la comida, pero sí que le gustaba los bollos con un poco de jamón para darle sabor. Él se unió a ella en la mesa. Juntos, agacharon la cabeza para dirigir un agradecimiento por la comida. "Disfrútalo mientras puedas," dijo mientras se ponía jamón en el bollo. "Tan pronto como podamos conseguirte un uniforme de tu talla volverás a llevarlo." "Sí, padre," respondió obedientemente entre mordiscos. Él le sonrió. "No debería dejarte llevar pantalones cortos tan a menudo. ¿Te das cuenta de que molestas a tu madre? Ella cree que te estoy educando como si fueras un chico." Haruka estaba ligeramente sorprendida ante tan repentina confesión. Su padre siempre había sido sincero con ella cuando ella preguntaba algo. Pero siempre había preguntas que no se atrevía a preguntar. Había cosas que sabía por instinto, un entendimiento tácito, sin preguntar, que él ahora estaba sacando a la luz. "Yo no soy un chico," contestó con cuidado. "¡Por supuesto que no, Ruka-chan!" se echó a reir de forma titubeante. "Quizás me he expresado mal. Tu madre cree que te estoy criando para que seas como un chico porque no tienes un hermano que se haga cargo de la panadería." Ella pensó en ello. "Tú quieres que me encargue de la panadería?" "Lo que yo quiera no es importante. Yo ya he tomado decisiones sobre cómo quiero que sea mi vida. Tú todavía tienes que tomar esas decisiones que te están esperando. Así que la pregunta es: '¿Quieres llevar la panadería?'" Ella dejó de mirarle y se concentró en la comida. ¿Qué quería ella hacer con su vida? Muchos compañeros de su clase querían ser médicos, o músicos, pero, ¿y ella? Ella nunca había pensado en eso antes. Tuvo una idea diferente. Era una pregunta que hacía tiempo que rondaba su cabeza, desde hacía meses. Quizás ahora era el momento de recibir una respuesta. "No lo sé, Pare," respondió a la pregunta. "Pero yo tengo una pregunta para ti. Antes de que yo naciera, cuando no sabías qué sería yo, ¿querías que fuera un niño o una niña?" Era la primera vez que ella había visto una mirada tan sorprendida en su padre. La pregunta le había pillado por sorpresa. Rápidamente recuperó la compostura de nuevo y le sonrió. "Yo te quería *a ti*, Haruka. No me importaba si eras un chico o una chica. Todo lo que yo quería era abrazar al dulce bebé con mis brazos y admirar la vida que yo había ayudado a traer a este mundo." "¿Tú me quieres?" susurró con incertidumbre. Ella le pudo ver aturdido una segunda vez. Hoy definitivamente era un día raro. Él se levantó de la silla en la que estaba sentado y se arrodilló a su lado. Le cogió de las manos antes de hablarle de forma suave. "Hay tres cosas que amo: al Señor, a tu madre, y a ti. No pienses nunca que dejaré de quererte. No importan los problemas en los que te metas. Yo te di una parte de mi mismo cuando naciste. Y eso es algo que nunca te podrán quitar." "Oh, Papa." Le rodeó el cuello con los brazos y le dio un abrazo. A menudo se sentía como si estuviera sola contra el mundo. Pero si él la quería, la apoyaba, sabía que podría soportar a aquellos que querían verla fracasar. Él también la abrazó. "No importa lo que pase, te queremos," repitió mientras ella lloraba suavemente sobre su hombro. Aquello había sido una preocupación mayor de lo que pensaba. Después de gastar las lágrimas, se limpió los ojos sobre el hombro de él y se separó. Se sentó en la silla y esperó a que su padre hiciera lo mismo, pero no lo hizo. En lugar de eso, él la dejó sola en la mesa para volver unos momentos más tarde. Ella intentó girarse para verle porque él estaba justo detrás. Pero, en lugar de eso, vio un breve brillo dorado mientras él le ponía algo alrededor del cuello. Le puso una delicada cadena tras apartarle la coleta. Ella miró el colgante y vio que era una cruz dorada brillante como el sol de la mañana. "¿Qué es esto?" preguntó suavemente. Era muy bonito. Sencillo. No llamaba la atención, pero tampoco era una tontería. "Algo que tu abuelo quería que tuvieras antes de morir. Me pidió que te lo diera cuando tú estuvieras preparada. Creo que hoy es ese día." se arrodilló de nuevo a su nivel. "¿Crées que estás preparada?" Ella bajó la vista hacia la cruz antes de responder en un susurro. "Sí, Padre." "Haruka, siempre tendrás a alguien que te quiera. Nunca lo dudes." la abrazó una vez más antes de volver a su desayuno. ----- "¿Lo ves?" "Sí... ligeramente... ah, ya lo tengo," Haruka se separó del motor en el que había estado trabajando. Se limpió la frente con el dorso de la mano. Yamagata comprobó su trabajo. "Tú no tienes por qué hacer todo esto, ¿sabes? Tú sólamente tienes que hacer que el coche vaya por el circuito lo más rápido posible. En tu contrato no pone en ninguna parte que tengas que trabajar en el coche." Él le hizo una mueca. A menudo se metía con ella por eso. "A mi me gusta trabajar en los coches que conduzco. Sé que tú podrías hacerlo más rápido y mejor, pero quiero ayudar. Quiero aprender." Limpió las herramientas que había estado usando con un trapo antes de dejarlos en su sitio. "Eso es lo que te hace diferente del resto de los conductores. Ya sé por qué eres tan popular entre los mecánicos." Señaló a los otros, en los boxes. "Y no me importa probar los coches por ellos." Él se rió de la sonrisa ladeada de ella. Era cierto. A la mayoría de los conductores no les gustaban las pruebas de los coches. A Haruka, sencillamente, le gustaba conducir. No importaba si era en una carrera, aunque su mentalidad, ciertamente, era diferente si competía, ella sólo quería correr a toda velocidad. A menudo le recordaba a él sus propios momentos como conductor. Ella era buena. Estaba entusiasmada. Era lista. Rápida. Tenía talento. Casi la había adoptado como a una hija propia. Ella comenzó allí siendo la "mascota" de los boxes. Era un paso. Pero ella les había encantado con otras cosas. Ah, sí, ella lo había hecho. Él la había visto usar aquella sonrisa suya y él también había sido una víctima de ella. Uno no podía evitar sentirse ahogado por ella. Ella era como una llama para una polilla. Era imposible explicar qué te hacía acercarse a ella, pero su fuerza era difícil de resistir. Era divertido, en el fondo. Ella era una chica callada. No hablaba casi nunca de su familia. Al principio él pensó que ella no tenía familia porque siempre estaba allí con ellos. Pero, al cabo de unos meses de estar por allí, su padre finalmente bino un día a buscarla. Parecía un hombre agradable. Pudo ver enseguida de dónde había sacado Haruka su atractivo y su educación. Nunca vio a su madre. Una vez le preguntó el por qué a ella. Su corazón casi se rompió al escuchar la respuesta. En aquel momento ella estaba trabajando en un coche. Se le cayó la llave inglesa al mencionar a su madre. Lo único que dijo es que ella 'no estaba interesada' en el tema. Era una frase sencilla que podía significar que a su madre no le gustaban las carreras, pero él tuvo el presentimiento de que se trataba de algo mucho más profundo que eso. También implicaba que su madre no estaba interesada en ella. Y desde aquel día él se convirtió en el defensor de Ten'ou Haruka. Sabía que ella también recibiría el apoyo de los demás compañeros tanto si se daba cuenta de ello o no. Él la conocía lo suficientemente bien como para no dudar de que ella no pediría su lealtad, aunque la necesitara. Ella prefería enfrentarse sola a las tormentas. No era fieramente independiente, pero se culpaba de que la tormenta se acercase y se sentía responsable, de enfrentarse a ella. Era una forma loca de ver las cosas, pero él sabía que ella veía las cosas así. Intentó apoyarla tan discretamente como pudo. Ella no iba a aceptar una mano así como así, y había formas de esconder la ayuda. Haruka vivía para lo que pasaba en aquel garaje. A él le gustaba su actitud, pero no era saludable para su edad no tener amigos ni amigas. En todo el tiempo que llevaba con ella, nunca la vio traer a nadie para que conociera al equipo. Ni una amiga, ni, ciertamente, un novio. Se hizo preguntas al respecto. Había muchos chicos guapos en el circuito de los que se podría haber enamorado. Él la habría ayudado a desarrollar una relación con alguno de ellos y mantener al mismo tiempo en secreto su género si ella quería. Pero ella no quería a ninguno de ellos. Una vez él le habló de un joven que estaba interesado en ella. Ella le miró, negó con la cabeza y se fue. Esto le preocupaba, pero no podía hacer nada al respecto. Si a ella no le interesaba, no le interesaba. Él se habría sentido mejor si se hubiera mostrado interesada, pero no era algo de su incumbencia. Él se sentía feliz ayudándola cuando ella le dejaba traspasar las barreras que protegían a la verdadera Ten'ou Haruka del resto del mundo. Nunca supo qué le hacía cerrarse tanto a la gente. Era como si se tratase de una profunda herida que quería tapar. En las raras ocasiones en las que ella dejaba escapar algo o que comentaba algo él se sentía muy halagado por que ella confiaba en él. Y eso no lo hacía con mucha gente. ----- Afuera hacía un buen día. Qué pena que ella estuviera encerrada dentro, en un sitio en el que no quería estar. Suspiró suavemente y devolvió la atención al objeto de estudio. Ligeramente, dejó los dedos sobre el teclado que tenía delante suyo y tocó el ejercicio que había estado tocando, una vez más. Era aburrido, lento, y lo odiaba. Era otra de las maravillosas ideas de su madre para convertirla en una 'señorita' adecuada. Ella no veía de qué forma tocar el piano podía convertirla en una señorita. Si eso fuera cierto, entonces su madre no era una señorita, ni la mayoría de sus amigas. Sonrió nada más pensarlo. "Haruka, tocas demasiado rápido para el tempo, ve más despacio", la riñó su profesora. Aquél era el mayor problema. Inconscientemente intentaba aumentar la velocidad en las obras. En la mayoría se trataba de ejercicios lentos. Ella quería tocar algo con ritmo, algo rápido. Pero no, tenía que tocar escalas y otras obras sencillas. "Haruka," la avisó la profesora. Devolvió la atención al ejercicio. La profesora la observó con expresión imparcial. Al acabar, asintió. "Muy bien, eso es todo por hoy. Por favor, practica las obras de las páginas 15 a 20 para la próxima vez." "Sí, señora." recogió la partitura y la puso en una carpeta. Dejó la habitación para salir a la calle y esperó a que fueran a recogerla. No es que no le gustaran las lecciones de piano. Era algo fácil para ella, como la mayoría de las cosas. Pero odiaba la motivación que la habían conducido a tomarlas. Cuanto más la forzaba su madre, más quería rebelarse en contra. No era una forma muy diplomática de llevar las cosas, pero así es como se sentía. Su padre había sido una alegría durante aquellas peleas. Sin embargo, su madre casi era insoportable cuando estaba cerca, aunque su padre seguía dándole apoyo. Era por él por lo que era paciente y seguía practicando. La profesora le había dicho que tenía talento, pero eso era lo de menos. Aquéllo no iba a servirle para nada en la vida, era sólamente algo con lo que pasar el tiempo. ----- "¡Ten'ou-san!" Uno de los mecánicos aprendices se acercaron aella mientras se dirigía a su moto. Dejó de caminar para dejar que él llegara hacia ella. "Hiyama-kun," le saludó de forma educada. No es que él fuera mucho más mayor que ella, sólo era un año o dos mayor que ella, pero ella trataba a todos los miembros del equipo con respeto. Incluso a los americanos, que se reían cuando utilizaba los sufijos honoríficos. "Ah," se puso nervioso un poco antes de hablar. "Sé que te has mudado recientemente al Distrito Delta. Mi familia es de allí. Me preguntaba si quizás podría ayudarte a acostumbrate a tu nuevo hogar. ¿Te muestro los alrededores?" Ella puso la mano en el hombro de él. "Es un detalle por tu parte, pero creo que ya lo tengo todo solucionado." sonrió ligeramente. Siguió caminando hacia su moto. Con la mano se despidió de él y salió a toda velocidad. En el garaje, Yamagata maldecía el rechazo de la oferta de Hiyama. Sabía de dónde era él. Se dio cuenta de que el joven estaba enamorado de la chica alta desde hacía tiempo. Pensó que quizás a ella le gustaría por razones prácitcas y que quizás desarrollaría una relación con él. "¡Maldita chica! Eres demasiado orgullosa, demasiado distante." se metió un trapo en el bolsillo, enfadado, antes de volver al trabajo. ----- Ella dejó la oficina del psicólogo infantil algo más que confundida. Su padre la estaba esperando en el pasillo. Se le acercó y le dio un abrazo. Había llorado. Y odiaba llorar. Aquel hombre la había llevado a llorar a lágrima viva. Le había sacado de quicio al no dejar sacar sus frustraciones. Su madre había insistido en llevarla a aquel hombre. No lo dijo directamente pero sabía que quería saber qué tenía 'de malo' ella. Se lo dijo también a aquel hombre. En su opinión, ella no tenía nada 'malo'. Pero ellos no la entendían. Y eso la frustraba más porque ella intentaba ser tan clara con ellos como podía. Ellos no querían ver la verdad, así que seguían buscando excusas. ^^^^^ "He hablado con Haruka." El psicólogo había anotado una cita para sus padres el día siguiente. Haruka no estaba presente porque así le sería más fácil a él discutir el diagnóstico. "¿Sabe qué le pasa, doctor?" preguntó su madre. Él agachó la cabeza ligeramente. Así que era como la niña le había dicho. Cambió el tema del debate. Ella iba a ser la difícil. Haruka confiaba en su padre, pero miraba a su madre de forma cauta. "Ella no tiene nada 'malo'. De hecho, es una chica muy lista. Yo esperaría mucho de ella *si* se le da espacio para crecer." "Queremos lo mejor para ella. Por favor, ¿qué nos recomienda?" su padre parecía agradable, como ella le había descrito, y parecía interesarse de verdad por la felicidad de ella. "Primero, déjenme aclarar sus preocupaciones con ella. haruka podría ser descrita como una 'marimacho'. Y por eso han venido ustedes aquí. Sencillamente, ella es así y seguramente lo seguirá siendo. No pueden forzarla a que sea más femenina. Luchará contra ustedes y se sentirá resentida hacia ustedes." "Lo que ella necesita es que la apoyen. Como he dicho, es una chica inteligente, pero le falta trato social. En lugar de intentar forzarla a meterse en un molde, intenten animarla gentilmente para que tome la dirección que quieren. "Ustedes *la influencian* en su forma de ver el mundo. Ahora, esa visión no es muy feliz. ¿Se da cuenta de cuánto daño le ha hecho?" se dirigió a su madre. Intentó evitar confrontaciones de aquel tipo pero la niña era en aquel caso, la víctima. "¿Yo? Yo sólo he hecho lo que considero lo mejor por ella," se defendió. Él asintió. "Perdóneme." Miró al padre y a la madre. La madre era una mujer que podría haber aceptado a su hija pero la idea de proponérselo fue deshechada inmediatamente. "Lo mejor que puede hacer por ella es animarla en lo que le interesa a ella. Me ha dicho que le gusta jugar al béisbol. ¿Por qué no va a verla jugar alguna vez? Eso le demostraría, en su mente, que la acepta y que está a su lado." "Todo esto es fascinante, ¿pero cómo podemos hacer que deje de llevar ropa de chico, que deje de pelearse y de meterse en líos? No quiero que siga jugando al béisbol; no es propio de una señorita y le ensucia la ropa," se quejó su madre. Hace 20 años él se habría levantado de la silla y le habría pegado cuatro gritos por haber dicho eso. Pero ésa no era la forma de tratar el tema. Se sentía verdaderamente apenado porque ella no podía entender lo que no quería saber. En voz baja, volvió a repetir lo que había dicho antes. "Ustedes *no pueden* forzarla a dejar de ser quien es. Pero *pueden* animarla a cambiar. Ella es fuerte y tiene voluntad. Cuanto más la fuercen, más se resistirá." Ella se levantó de la silla. "Gracias, doctor." No necesitaba añadir 'por nada'; ya era aparente por el tono de su voz. Dejó la oficina rápidamente. "Discúlpela" su marido se sonrojó ligeramente. "Ella quiere lo mejor para Haruka; los dos lo queremos." "Ya lo sé, Ten'ou-san. ¿Pero entiende la diferencia que he marcado?" Él asintió. "He estado ayudando a Haruka, apoyándola, como dice. Y he tenido resultados positivos." una sonrisa cruzó sus labios. "Lo sé, Haruka me lo ha dicho. A ella le gusta que usted la anime. Y ésa es una forma correcta de acercarse a ella. Pero no hará que cambie, no en el grado en que su esposa desea, por lo menos." Se estaba más cómodo en la oficina ahora. No se había dado cuenta de la tensión que había cuando estaba la madre. Algunas personas creaban ese efecto en los demás a través del lenguaje corporal y la voz. De nuevo sintió pena por Haruka, que tenía que vivir con ella. "Lo sé. Haruka es una chica fuerte en el fondo. Personalmente, no quiero que cambie. Me encanta la forma de ser que tiene." Era sincero. Ten'ou-san quería que su hija fuera feliz. Eso era lo que más le preocupaba. El psicólogo respiró hondo. Se había cuestionado si decirlo o no, pero sentía que lo mejor era avisarle, por si acaso. "Ten'ou-san, ¿Haruka ha mostrado alguna vez interés en los chicos?" "¿Eh? Bueno, juega con ellos constantemente. Y le gusta compartir las peleas con ellos." Sonrió para sí, ésa era la respuesta que se esperaba. "Me refiero a un interés romántico, amor, etcétera." Pensó en ello. "No, por lo menos no me he dado cuenta, pero todavía es joven para eso, ¿no?" Él asintió comprensivo. "Ten'ou-san, si no ocurre nunca, no se sienta defraudado." Su padre cerró los ojos ante las palabras. "Tenía miedo de que se tratase de una posibilidad. Doctor, creo que allá fuera hay alguien que la amará y a quien ella amará también. Creo que siempre hay alguien para cada uno de nosotros. Un alma gemela." "Es un punto de vista idealista". pensó en ello un poco más. "Asegúrese de que inculca esa creencia en Haruka. La animará a seguir buscando. O para no salir huyendo si la oportunidad se le presenta." sonrió dócilmente. "Sí, eso sí que sería un problema, ¿verdad?" se echó a reir ligeramente. "Gracias, doctor." ^^^^^ Su padre fue el primero en volver de la oficina del consejero. "Tu madre tenía cosas que acabar en el trabajo", explicó cuando vio la mirada expectante de ella. "Por supuesto", murmuró para sí ella. Su madre *siempre* tenía trabajo que hacer en la oficina. Nunca estaba allí. Y no es que le molestara terriblemente, ya que ella era la que le hacía difícil la vida, pero sería agradable poder verla de vez en cuando. "Haruka," la llamó su padre. La subió a su regazo. Ella se acurrucó contra él antes de ponerse cómoda. Iban a tener una charla. Ella ya sabía qué iba a ocurrir cuando él la miraba de aquella forma y la subía a su regazo. "Ha habido mucho follón contigo últimamente. ¿Tú qué opinas al respecto?" Ella no esperaba que él le pidiera su opinión sobre el tema. "Bueno, Padre, yo creo... no, sé... que no me gusta ser forzada a hacer las cosas que Madre quiere que haga. A mi me gusta jugar al béisbol y estar con los chicos. Tocar el piano me gusta, pero no es tan divertido. "Yo... es que no me apetece jugar con las otras niñas. No me gustan sus muñecas ni la ropa o los sueños de que se van a casar. Todo eso es una pérdida de tiempo. A mi me apetecería más jugar que esperar a que se les ocurriera algo excitante para hacer." Él no dijo nada. Tras esperar a una respuesta por parte de él, ella levantó la cabeza del pecho de él para mirarle. Tenía aquella mirada que solía tener cuando barruntaba algo. "Ya sé que va a ser difícil, Ruka-chan, pero te pido que tengas paciencia y que intentes hacer feliz a tu madre. Ella está muy convencida de su opinión respecto a tu comportamiento. A mi me gustaría más que fueras tú misma." suspiró ligeramente. "Intentaré suavizar su búsqueda pero me temo que las lecciones de piano seguirán adelante. No voy a poder estar siempre a punto para ayudarte cuando ella intente forzarte en la dirección que quiere que tomes. "Has crecido tanto." la abrazó. "Y todavía te quedan años por crecer. Va a ser difícil pero yo creo en ti. Sé que tienes talento, que eres inteligente y especial." Ella había esperado que él la sacara de las lecciones de piano pero comprendía que no podía. Le hacía feliz que él fuera tan sincero con ella. Pero claro, su padre era sincero con todo el mundo, aunque no necesitaba decirle algo si no quería hacerlo. "Gracias, Padre." le abrazó una vez más antes de saltar de su regazo. "Quiero salir a jugar, ¿puedo?" "Cámbiate de ropa primero," le sonrió. Ella hizo una mueca y se fue a cambiar a su habitación. Él la quería, no tenía dudas al respecto. Le turbaba que hubiera un conflicto entre las dos mujeres que amaba. Eran idénticas, aunque las dos lo negasen. Tozudas. Se enfadaban con rapidez. Inteligentes. ¿Y él? Era sencillamente un panadero. Pero ellas... ellas llegarían a las estrellas y utilizarían cualquier método para conseguir sus propósitos. Su esposa ya lo había hecho en la oficina, siempre había sido su sueño. Ya podía ver que Haruka iba a ser igual. Lo veía en sus gestos, su forma de hablar, la forma en que actuaba con los demás. No necesitaba un psicólogo para saber que podía esperar mucho de ella. Ya lo sabía. ----- Haruka corría por la autopista. Se echó sobre la moto y disfrutó de la piel del traje rozándola. Era aquéllo lo que quería: ir rápido. Le había costado llegar a esa decisión. El descubrimiento de la velocidad había llegado más o menos por accidente. Recordaba bien la situación. Tenía 10 años entonces. Su familia fue a visitar las tumbas de la familia en un distrito cercano. Su padre había decidido saciar una de sus curiosidades y sacó billetes para ir en tren. Ver pasar el paisaje rápidamente cautivó su imaginación. Estar al mando de tanta velocidad, sentir el viento apretándose contra ella, eso es lo que quería. Sonrió al recordar cómo le contó a sus honorables ancestros el viaje que había hecho. Por suerte, sus padres habían estado limpiando las lápidas de otros familiares cuando habló con su abuelo, que tan orgulloso estaba de ella cuando estaba entre los vivos. Los vientos enredaron su pelo aquel día. Ella estaba decidida a vengarse domando el viento. O se doblegaban ante ella o ella se convertiría en uno de ellos; y no le importaba el resultado. Llegó a su destino: el Mugen Gakuen. Iba a buscar su uniforme y los libros. No le había costado mucho que la gente se moviera en la dirección que ella quería. Unas palabras por aquí, una mirada enfadada por allá y ya les tenía dando saltos ante sus peticiones. Pero claro, ella pidió un uniforme masculino a pesar de las protestas que le siguieron. Se sentó con una de las oficinistas, comprobando su documentación. "Ah, ya veo que quiere participar en atletismo. ¿Qué competición le gusta más?" "Los 100 metros libres son mi especialidad, aunque también corro distancias más largas." se apoyó en el respaldo intentando sentirse cómoda. Aquellas sillas eran un reto, pero se las estaba apañando bien. "'100 metros libres'. Ya informaré al entrenador, y él le hablará del equipo," dijo ella. "¿Y qué me dice del equipo de béisbol?" inclinó ligeramente la cabeza. Todo era fingido. Ya se había especializado en conseguir lo que quería de la gente a través de la intimidación o de la manipulación. "Lo siento, es sólo para chicos", se sonrojó ella. Los ojos de Haruka vagaron por la sala, percatándose de sus alrededores. Devolvió la mirada a la, todavía sonrojada, muchacha. "Tienes razón." su voz era suavemente baja y aterciopelada. "Ah, ya lo creo." se mantuvo firme. Haruka decidió que no quería esforzarse tanto aquel día. Asintió ligeramente aceptando los hechos. Sonrió a la chica y ella, inconscientemente, respiró hondo. Un joven llegó con unos papeles en la mano. "¿Ten'ou Haruka? Aquí tiene el papel para recoger su uniforme y la lista de libros que necesita." se lo tendió. Ella lo comprobó todo para asegurarse de que estaban en regla. "Gracias." sacó un horario de las clases que había tenido antes. Sí, sería compatible con sus obligaciones en el circuito. Dándose cuenta de ello, dejó la oficina y paseó un rato por el instituto. Era un campus impresionante. Sobrecogedor. Haruka no se había mudado por su enormidad. Ya estaba acostumbrada a no dejarse impresionar por las cosas. Era una actitud fría, pero le ahorraba tiempo si no iba con los ojos como platos por todas partes. Era más eficiente. Encontró la pista de atletismo y la oficina del entrenador. Se sintió encantado de tenerla en su equipo. Su físico denotaba que sería una buena corredora. Además de la reputación ganada en su anterior colegio, que la avalaba. Discutieron por lo menos durante una hora antes de decidir que había terminado su labor allí. En la conversación había salido a relucir la falta de pistas de atletismo del Mugen Gakuen. Como la mayoría de institutos de la zona, compartían un espacio recreativo comunitario. 'Supongo que este instituto no tiene de todo', comentó para sí. Pero, ciertamente, casi tenía de todo. Suspiró. Las clases comenzaban el lunes, y no es que tuviera ganas de ir. Quizás se trataba de las quejas de siempre de los estudiantes, pero a ella no le apetecía. Había prometido a sus padres que acabaría sus estudios. Aquella promesa era lo único que la mantenía allí. Con 16 años, ya era bastante independiente. Tenía que serlo. Su vida en casa le había enseñado a ser independiente a través de la negligencia. No se trataba de su padre. Él intentó estar con ella cuanto pudo pero llevar la panadería ya era complicado. Se trataba de su madre. Su madre, su mayor oposición, la que torcía sus sueños, le traía un demonio de furia. Maldita sea, odiaba a aquella mujer, a veces. Era su madre la que la ignoraba, la dejaba aprender sola, la desanimaba. Oh, intentó esconderlo. Pero estaba allí, ni más ni menos. No importaba lo mucho que le profesara su alegría con los cumplidos, el enfado que estaba entre líneas siempre estaba allí. No era lo que su madre quería, y eso lo sabía. 'Podrías haber tratado de amarme por lo que soy,' murmuró para sí mientras metía la bolsa con el uniforme y los libros en la moto. Era el momento de regresar a su nuevo hogar. ----- Haruka se tumbó de espaldas en la cama. Ya era muy tarde, pero no tenía sueño. Había pasado las dos últimas horas escuchando cómo discutían sus padres. Se habían ido ya a la cama, pero todavía estaba pensando en lo que habían dicho. Un día, ellos descubrirían que ella podía escucharles en todas aquellas ocasiones. Pero sería demasiado tarde. Ella ya sabía sus intenciones. Sabía lo que sentían por ella. Y le partió el alma. 'Cariño, tienes que demostrarle que la apoyas por lo que es', había dicho su padre. '¿Por qué debería hacer eso? Yo *no* la apoyo por lo que es. Quiero que sea una dama. ¡Eso', la palabra la soltó con disgusto. El corazón de Haruka se partió, '*no* es una dama!' '¿Cómo puedes ser tan fría con ella? Es nuestra hija.' la voz de él sonaba disgustada. Haruka había escuchado aquel tono de voz una vez o dos... quizás más... cuando se había portado mal. 'Ella es *tu* hija. Ninguna hija mía habría demostrado ser como un chico.' Sus palabras cortaron a Haruka como un cuchillo. En aquel momento ya estaba llorando en silencio. Inconscientemente, perversamente, había querido ganarse la aprobación de su madre. Ahora se daba cuenta de que nunca lo conseguiría. No quien era ahora. Haruka enterró la cabeza bajo la almohada intentando no escuchar más las palabras de su madre. No podía evadirlas todas, no cuando ella levantaba el tono de voz. Marimacho. Rara. Abominación. Desgracia. Fracaso. Todo eso pesaba en ella con fuerza. Pesaban en su espíritu, en su voluntad de hacer las cosas bien, en sus ganas de vivir... Su padre no dijo nada. Escuchaba, como siempre hacía, todo lo que ella tenía que decir antes de responderle. Su respuesta fue dulce. No pudo escuchar lo que él tuvo que decirle pero no era lo que su madre quería escuchar, por el estallido explosivo que le siguió. "¿Por qué no me dejas sola entonces?" preguntó a la pared. "Yo no quería que las cosas saliesen así. Tú no te sentirías comprometida. No quisiste razonar. Era o a tu manera o nada, y yo no jugaría a tu juego." Se estremeció al sentir dolor en la cabeza. Era un daño psicológico. Un golpe fatal a sus deseos femeninos. Los mató con tanta seguridad como si se hubiera amputado un brazo. No los quería y viviría sin ellos a pesar de ser *ella* y nada más. Ya no tenía una madre. ----- ***** Haruka se ató el traje de carreras rojo. Sonrió ligeramente al mirarse en el espejo. Aquel traje era ciertamente diferente que el que había llevado en su primera carrera. Aquel le había venido grande, ancho, como el que llevaba cuando hacía pruebas para los mecánicos. El que llevaba ahora era sólo suyo. Le venía como un guante. Se acomodaba a su peso y no rebelaba su condición femenina. Era un rojo despampanante con 'Ten'ou' a la espalda y 'Haruka' en el hombro. Los logos de los espónsors estaban cosidos en los sitios adecuados... Con más espónsors deseando que ella fuera más alta para que el suyo se viera más. Sonrió al pensarlo. Si supieran que todos luchaban por esponsorizar a una chica... Salió del garaje a los boxes y a su coche. Los mecánicos estaban haciendo las comprobaciones de última hora. "¡Ten'ou-san!" "¡Gana, gana!" "¡Dales en el culo, Ten'ou-san!" Escuchaba que la animaban, pero les ignoraba. Ella no hacía aquello por ellos. Corría por ella misma. El hecho de que ellos disfrutaran con sus actuaciones era divertido, pero para ella significaba muy poco. "¡Ten'ou-san, te queremos!" se dio media vuelta para mirar a las dos chicas que le habían gritado eso. Estaban al fondo de las gradas, cerca de las vayas, tan cerca de ella como podían. "¿Ah sí?" murmuró para sí. Ellas no podían quererla. Nadie la amaba, ni siquiera sus padres. Ella era un ídolo, una imagen. Devolvió la atención a los preparativos. "Haruka," Yamagata atrajo su atención. A menudo le recordaba a su padre. De alguna forma, era como un segundo padre para ella. "¿Sí, Yamagata-san?" caminó hacia él, cerca de la estantería de herramientas. Él asintió mirando a la gente de las gradas. "¿Les ves, Haruka? Esa gente está aquí *por ti*. No han venido a ver mi viejo culo trabajando en un coche. Vinieron a verte conducir ese coche y dejar a los demás fuera de la competición en el circuito con otra atronadora victoria." Él la miró de soslayo antes de asentir hacia la gente de nuevo. "Deberías apreciar los cumplidos que te dirigen. No todo el mundo tiene tu talento. Vívelo mientras puedas, un día tú serás la vieja que trabaje en el coche deseando que los aplausos fueran para ti de nuevo." "Lo siento, Yamagata-san." Y era verdad. Nunca se había dado cuenta de que él se sentía así. "¿Por qué, niña, porque soy un viejo? Yo ya tuve mi momento. Sal ahora y disfruta del tuyo." le sonrió. "Lo haré." Le devolvió la sonrisa. "Y otra cosa, Haruka. Ya me he dado cuenta de que estás de mal humor últimamente, desde que te has mudado. ¿Acaso hay algo de lo que quieras hablar? ¿Tienes problemas en tu nuevo hogar?" Ella parpadeó ligeramente. "Er-, no, no tengo ningún problema con mi nuevo hogar. Todo va bien. Es sólo, um, la regla. Eso es todo, tengo la regla. Ya me recuperaré pronto." sonrió de forma ladeada. "Bueno, tengo una carrera que ganar," dijo ansiosa antes de salir. "Haruka," la llamó. "¡Me estás mintiendo!" "Lo sé." ella se despidió con la mano antes de ponerse el casco y meterse en el coche. "Será tonta," dejó las herramientas a un lado. "Yo tengo marcado cuándo te viene la regla desde hace años. Está marcado en el calendario de mi oficina, por si no te habías dado cuenta." Ella seguramente se había dado cuenta y lo había cambiado para hacerse la difícil. Niña mala. Tener una chica en el equipo, aunque fuera algo masculina, era interesante. Nunca pensó que fuera a ocurrir. Reflexionando sobre ello, decidió que le encantaba. Haruka convertía la vida en una aventura, no importaba dónde estuviera. ----- Hacía ya dos años que había ido al circuito de carreras en su tiempo libre. Al principio ellos la tomaban por una peste, o por tan sólo una cría. Ella no se dejó intimidar. Se ganó a los mecánicos limpiando herramientas o haciendo de chica de los recados. Eventualmente, ellos la aceptaron como una especie de mascota. La dejaron estar en boxes durante las carreras y le enseñaron todo sobre los coches mientras trabajaban. Ella consiguió lo que verdaderamente quería cuando el jefe de los mecánicos y dueño de parte del equipo, Yamagata, le enseñó a conducir. Dios, fue magnífico. Le rebeló lo que se siente con la velocidad. Quería que fuera parte de ella. Nada podía describir lo suficientemente bien la alegría que sintió cuando se puso a conducir. Su madre no es que hubiera aprobado exáctamente sus ansias de velocidad. Su padre tampoco, pero por lo menos no sacaba las garras como ella. Todo lo que le pedía él era que tuviera cuidado. Él sabía que ella era demasiado inteligente, pero su vida estaba en peligro. Ella no tomaría riesgos innecesarios. Le gustaba compartir con él lo que aprendía en el circuito. Ella llegaba a casa con todo tipo de información sobre la actuación del motor, las clasificaciones de la carrera y otro tipo de comentarios. Él siempre la escuchaba y le daba ánimos. Ella le quería por eso. No hablaba del circuito alrededor de su madre. Su madre no quería escuchar nada al respecto. No estaba interesada ni en ella ni en sus hobbies. Haruka ya había dejado de intentar meterla en sus intereses. Su padre ya le daba todos los ánimos que necesitaba. Hoy era el día en que iba a ser recompensada por todo. Los años de trabajo y dedicación iban a darles sus primeros frutos hoy. ¡Seguramente sus padres no se quejarían por su obsesión con los coches después de aquello! "¡Padre!" le llamó mientras abría la puerta del apartamento. "¿Ruka-chan?" respondió su voz desde la cocina. "¡Padre!" corrió a la cocina a saludarle. Había tenido un excitante día en el circuito. Él dejó de cocinar para mirarla fijamente. Ella sonreía de forma torcida ante la visión que debía haber ofrecido. Su padre tan sólo se quedó quieto con el tenedor en alto. "Espero que tengas una buena explicación para tu nuevo corte de pelo, Ruka-chan." apagó el fuego y dejó las cosas a un lado. Caminó hacia ella y pasó la mano por encima de su nuevo cabello corto. Ella le contó que se había inscrito en una carrera de caridad y le contó su experiencia corriendo de verdad. Le contó el escalofrío que se siente al ganar, aunque quedó en segunda posición. Él escuchó educadamente todo hasta que escuchó la razón que le dio por el corte de pelo. "¿Querías parecerte a un chico?" su voz era suave. Ella dejó de reir con orgullo. "Sí, padre." Él suspiró. Ella no creía que fuera por ella, seguramente por algo que él hizo, pensó. Él le dio un fuerte abrazo. "Ruka-chan, estoy orgulloso de ti por haber quedado la segunda hoy. Me alegro de que hayas encontrado algo que disfrutas haciendo. Pero no importa lo que pase, quiero que recuerdes que siempre serás mi niña." Ella sabía que tenía que haber algo más profundo debajo de aquellas palabras. Pero no sabía de qué podía tratarse. Dejó aquellos pensamientos para más tarde. Él la llevó a un barbero local y le arregló el pelo de forma más adecuada antes de que llegara a casa su madre. A Haruka, personalmente, le gustaba su nuevo aspecto. No podía evitar acariciarse el cabello corto de la parte de la nuca. Era una extraña sensación pasar los dedos por encima. Cuando llegó a casa su madre, de noche, se sintió enfadada por su corte de pelo. Haruka intentó evitar el por qué pero su padre le hizo ser sincera. La cara de su madre habría paralizado el corazón del más valiente. Haruka quería correr, quería esconderse de aquella ira. Era su pelo y era ella la que vivía con él, no su madre. Su madre no lo veía de esa manera. Ni tampoco le importaba que Haruka arriesgase su vida corriendo, esa explicación ya no era factible. El hecho era que ella no quería parecer una chica, eso era lo que su madre no aguantaba. Su padre la envió a la cama sin cenar aquella noche. No se trataba de un castigo, eso ella lo sabía con certeza, sino una manera de apaciguar a su madre. En la cama, pensó en lo que su padre le había dicho antes. '... siempre serás mi niña.' ¿Qué significaría aquello? Se durmió pensando en ello. ----- Haruka se detuvo al ponerse el casco cuando los recuerdos volvieron a ella. Sólo le había costado un momento de inspiración, el interior de un momento, y sabía lo que aquel día no había captado. 'niña...' Él no quería decirlo así, en el sentido de que siempre sería una niña pequeña. Eso es lo que ella había pensado entonces. No, lo que quería decir es que siempre sería su hija, no importara lo que hiciera. Y el darse cuenta de ello llegó a su corazón. Sonrió y se puso el casco con firmeza. Aquéllo era lo que quería hacer con su vida. Era su sueño. Los vientos la acompañaban mientras les retaba en un intento de ser su superior. Él animaba sus sueños. La victoria fue suya una vez más hoy. Tuvo que trabajar un poco para conseguirla. Una nueva estrella del circuito había conseguido hacerse con un coche rápido, pero le faltaba habilidad para usarlo de forma correcta. Había sido temerario, casi se choca contra otros coches de detrás. Casi la saca a ella de la pista a falta de unas vueltas, pero ella fue mejor que él. Con talento, esquivó los intentos de él de echarla de la pista. Era algo vergonzoso querer echar a los demás. Recordaría rellenar una queja oficial el Lunes, con los demás conductores. Sonrió. Algunos de los otros conductores estaban demasiado calientes como para esperar hasta el lunes para hacer sentir sus quejas. Acabarían con aquello con sus propias manos. Ella era así en casi todo excepto en las carreras. Necesitaba tener la mente fría y relajada para conducir a tanta velocidad. Era demasiado peligroso no estar así. Con la carrera ganada, salió del coche y saludó a la gente que la animaba. Yamagata tenía razón. Ella había estado últimamente de mal humor. Necesitaba disfrutar de aquellos momentos, mientras todavía los tenía. La gente seguía rugiendo por ella, incluso cuando acabó la ceremonia de entrega de trofeos. Sonrió y saludó actuando como los espónsors seguramente esperaban que hiciera. Ganar tan sólo era la guinda del pastel de sus sueños. Todo aquello era azúcar añadido. Ella quería ir rápido, y lo había conseguido. Aquéllos eran sus momentos más felices. ***** "Bienvenidos a un nuevo año escolar," saludó el profesor a su clase. Haruka suspiró para sí. 'Mira en qué te has metido', se riñó a sí misma. No podía evitarlo. Tenía que ir al instituto pero podía haber elegido mudarse a otro lugar de Tokyo. ¿Por qué habría elegido el Distrito Delta? En realidad no lo sabía. El Distrito *la atrajo* hacia él. Ésa era en realidad la mejor forma de describir lo que había pasado. 'Por lo menos está cerca de Juuban', reconoció. Juuban era un distrito agradable, de escala elevada, y tenía sitios agradables en los que comprar. Se apoyó en el respaldo de la silla, aburrida. El profesor les hizo ponerse en pie y presentarse y hablar de sí mismos un poco. Ella no estaba prestando atención a lo que decían los demás. En realidad no esperaba hacerse amiga de nadie, así que, ¿por qué molestarse? Le llegó a ella el turno. Se puso en pie y sonrió de la forma más encantadora que pudo. "Ten'ou Haruka. Acabo de mudarme a esta zona. Me encanta conducir en mi coche," se sentó. Se dio cuenta de que era una presentación pobre, pero no le importaba. Que cojan la indirecta y la dejen en paz. "Ten'ou-san... ¿A que es guapo?" escuchó detrás suyo. Unas risitas respondieron al comentario. Haruka resistió la necesidad de reirse de ellas. ¿Acaso no se sorprenderían si supieran la verdad? No las forzaría demasiado si una de ellas era lo suficientemente valiente como para acercarse a ella. Se trataba de una pequeña fuente de diversión, por lo menos. 'Maldita sea, debo tener mejor aspecto como chico que como chica', se rió por lo bajo al pensarlo. Dios había jugado de forma cruel al ponerla a ella en un cuerpo femenino. Pero no le importaba. El cuerpo era lo de menos, lo importante era la persona, el carácter. Nunca traicionaría eso para ser agradable para alguien. ----- Su entrada en las carreras fue grande. Todo lo que había deseado y más estaba garantizado. Oh, ciertamente le dejarían correr de nuevo, ahora tenía espónsors. El representante de los espónsors, Takashi, había sido rápido al firmar los papeles para que ella entrara en el equipo una vez le demostró lo que valía. Eso significaba que había cambios en su vida. Uno era pasar más tiempo en el circuito que antes. Pero no parecía afectar a su familia mucho ya que su madre no estaba interesada en verla y su padre tenía una cadena de panaderías enorme. Por otro lado, le aportaba bienes a su economía. Su familia era de clase media. Su padre era un trabajador. Con 15 años ella tenía más dinero que él. Pero a él no parecía importarle. Trabajaba para conseguir sus objetivos y la animaba a ella a hacer lo mismo. Pero, ella pensaba en la conversación que habían tenido hacía años sobre hacerse cargo de las panaderías. No era su sueño, pero ella quería ser parte de ello. Ella le convenció para hacerse socia de él. Contrató a más gente para las panaderías y expandió el negocio que el trabajaba por levantar del suelo. El flujo de caja que ella trajo en la operación ya mostraba sus efectos y el negocio aumentaba los beneficios. Haruka había considerado su siguiente paso con calma. Era un gesto de paz entre ella y su madre. No quería luchar con ella el resto de su vida y necesitaba una manera de encariñarse de ella. Encontró una casita en las afueras, en una zona a la que sus padres consideraron mudarse si tuvieran dinero, y la compró. Le había costado convencerles, pero hizo que se mudaran diciendo que ella necesitaba que alguien cuidara de la casa. Su padre estaba agradecido por su generosidad. Podía jurar que conocía las motivaciones de ella, y ella lo sabía. Su madre no estaba tan contenta. '¿Por qué haces esto?' le había preguntado. 'Porque te quiero', respondió llanamente. Los sentimientos por su madre fluctuaban tanto que en realidad no sabía qué sentía. Sabía que debería amarla, así que eso es lo que dijo. '¿Intentas echarme en cara que tienes éxito en la vida?' entrecerró los ojos. 'Yo he sido la única oposición que has tenido...' Haruka le dio las llaves de la casa. 'La única oposición que he tenido nunca he sido yo misma'. Se dio media vuelta y salió del apartamento por última vez. ----- Haruka se sentó sola a comer en un banco. Sentía que la miraban. No le sorprendió. Siempre había captado la atención de los demás, tanto si quería como si no. Fingió concentrarse en su bento mientras identificaba a las chicas que la observaban. Había tres, sí, cuatro en la vaya y una apoyada contra un árbol. Haruka la miró de reojo brevemente. Sus ojos se encontraron durante sólo un momento antes de levantarse del banco y salir caminando. 'Esa chica tiene algo que...' luchó por recordar si la conocía, pero no creía conocerla. ¿Alguien que frecuentara el circuito, quizás? Podía serlo. No prestaba atención a los que había en las gradas. No, no parecía serlo. Aquella chica no parecía ser de las que frecuentasen un circuito de carreras. ¿De dónde la conocería? Normalmente no estaba tan densa, pero no podía recordarlo. 'Ya me acordaré', se dijo segura de sí misma. Educación Física era la siguiente clase. Haruka entró en el vestuario y comenzó a quitarse la ropa. No se había dado cuenta de los susurros hasta que se quitó la chaqueta y la colgó de una percha. Cada par de ojos en la estancia estaban enganchados a ella. "¿Qué?" preguntó, irritada. "¿Ten'ou-san?" preguntó la chica que estaba más cerca de ella. "El vestuario de los chicos está allí", señaló el punto. Haruka la miró enfadada. "¿Y por qué debería importarme?" se desabrochó los pantalones y se los quitó. La mayor parte de las chicas soltaron exclamaciones y se dieron media vuelta. "¿¡¿Te depilas las piernas, Ten'ou-san?!?" preguntó la chica. "¡Pues claro que sí!" se puso los pantalones cortos y dejó cuidadosamente los otros pantalones en la taquilla, con la chaqueta. Las chicas seguían mirándola fijamente. Se desabrochó la camisa y preguntó. "¿Cuál es vuestro problema?" "Eres tan interesante, Ten'ou-san" dijo una chica sentada delante suyo. "¿Por cambiarme de ropa?" murmuró. Se quitó la camisa y la dejó en la taquilla. "¡Llevas sujetador, Ten'ou-san!" exclamó la chica. "¡Porque soy una chica!" le gritó Haruka. Casi pudo sentir que la temperatura en la sala se elevaba ante la admisión. La chica que le había estado hablando estaba muy colorada. La que pensaba que era tan interesante se había escondido detrás de las taquillas. Se lo tenían merecido. "Yo soy Ten'ou Haruka y soy una chica." Eso debía servir para sus admiradoras de momento. No se pensaba que los cuchicheos en aquel instituto fueran letárgicos. Mañana ya la dejarían en paz, como deseaba. Las otras chicas se mantuvieron alejada de ella durante la clase. Vergüenza, quizás, disgusto ante una chica tan masculina, seguramente. ¿Acaso importaba? En realidad, no. Ella era quien ella. A menudo, eso la separaba de los demás, pero estaba acostumbrada. Prefería estar sola que tener que confiar en la opinión que tuviera alguien de ella. ***** Un mes. Llevaba un mes en el Mugen Gakuen y las chicas todavía se le acercaban. O no captaban las indirectas o el cotilleo no se había difundido por el instituto como solía pasar. Tuvo que quitarse de encima a otra admiradora aquella tarde antes de salir a la pista de atletismo. ¿Pero no veían que no estaba interesada? Los chicos no se interesaban en ella. La veían como a una rival. '¡Baka! Yo no quiero a vuestras chicas.' no quería ningún tipo de relación. Las relaciones tan sólo significaban exponerse y un dolor eventual. No lo podría soportar. Era mejor no amar que haber amado y haber salido malparada. Condujo a la pista de atletismo comunitaria en la que se realizaban las carreras. No era la primera del año, pero era una importante para la clasificación del instituto. Haruka esperaba con ansiedad la carrera. Había descubierto a una buena oponente. Se llamaba Elza Gray. La conocía un poco. Mantenían una discusión amistosa sobre quién ganaría esta vez. Por ahora, siempre había ganado ella, pero le costaba mucho conseguirlo. Elza podía contarse como lo más cercano que tenía a una amiga. A nadie del instituto le interesaba su amistad, ni tampoco ella quería dársela a nadie. Por lo menos Elza le interesaba como oponente. No era mucho, pero algo era algo. Un débil vínculo común. Haruka se cambió de ropa rápidamente antes de unirse al resto del equipo. Corrió estirando los brazos y haciendo otro tipo de estiramientos. El entrenador les habló para animarlas. Finalmente, comenzó la carrera. Su prueba sería dentro de poco. Elza estaba asignada a la calle de al lado suyo. "No perderé," le dijo Elza. La orden de prepararse fue dada. Se arrodillaron. Los músculos estaban tensos, dispuestos... "¡YA!" Haruka salió disparada de la salida. Elza había sido más rápida que ella. Se tragó una maldición al intentar correr hacia ella. 'Yo... ganaré...', estiraba los brazos mientras dejaba que sus piernas la llevaran un poco más rápido. Ella era el viento personificado. Nadie podía vencer a los vientos... Adelantó a Elza casi en la línea de llegada. Detuvo su ritmo acabando correteando lentamente. Elza estaba justo a su lado. Entre jadeos le habló. "Ganaste de nuevo... Ten'ou-san. Pero yo... te cogeré... un día." le sonrió ligeramente. "Quizás." le permitió. Elza era realmente una excelente corredora. Ella tan sólo era un poco mejor. Haruka la dejó para ir a ponerse el chandal. Acababa de recoger sus cosas cuando escuchó su nombre desde detrás. Era Elza. "Ten'ou-san, me gustaría presentarte a mi amiga Kaioh Michiru" presentó. Haruka asintió de forma educada. Era la chica que no lograba identificar. Pensó que compartían algunas clases. Por lo que veía Haruka, parecía ser una chica bastante popular ya que siempre había chicos suspirando por ella. Haruka sonrió ligeramente. Era una chica guapa... 'No, idiota,' se riñó a sí misma. 'Así es como te metiste en un lío la última vez.' Y , de hecho, aquélla iba a ser la *última* vez. "Te he estado observando, Ten'ou-san. Eres bastante interesante. Me gustaría dibujarte." la voz de Michiru era ligera. Pero todo iba mal. Todo en ella era tan amable y dulce. Haruka se encontró atraída por aquella chica, pero... ¡No, maldita sea! "No me interesa". Haruka asintió a Elza y se fue. ----- Era un error. Dios, sabía que era un error antes de intentarlo, pero lo hizo de todas formas. Fue el año pasado. Ella descubrió que sentía algo por otra persona y no se había dado cuenta. Al principio se asustó. No quería admitir que podía sentir algo así por alguien. Eventualmente, aceptó lo que sentía y decidió hacer algo al respecto. 'Dios, ¿¡Por qué me hiciste así?!" había suplicado después. Pero por entonces ya era demasiado tarde. Ya lo había hecho, lo había *hecho*. Debería haberse detenido. ¿Acaso había dormido todos estos años en una iglesia? ¿En qué demonios había estado pensando? Ella lo *sabía* pero lo ignoró. Siempre había sido echada hacia delante. Pero su tacto habitual desapareció esta vez. En lugar de acercarse con cuidado como hacía normalmente, demostró ser la idiota que era. Le dijo a la otra lo que sentía. Cómo la observaba, suspiraba por ella, soñaba con ella. La chica se había quedado atónita. Su siguiente movimiento fue pura brillantez por su parte. Como la chica no la detuvo se movió para besarla. Haruka pudo sentir el tacto de la bofetada sobre su cara. Sin embargo, fue una bofetada a su orgullo lo que le hacía recordar aquel día. El padre de la chica se enteró de lo que había pasado. Le dejó claro a Haruka que no se acercara a su hija nunca más. Ni tampoco quería hacerlo. De alguna manera, nadie se enteró de aquella transgresión. Seguramente por el deshonor que habría conllevado para la familia de la chica el hecho de que todo aquello saliera a la luz. Y eso a ella ya le venía bien. Su madre no necesitaba enterarse de aquello. Haruka juró aquel día que nunca amaría a nadie. Si no encontraba un hombre que pudiera satisfacerla y sabía que no lo encontraría, entonces se quedaría sin nadie. El amor era una ambrosía que ella nunca saborearía. ----- Haruka despertó de su sueño. Se pasó los dedos por el pelo antes de encender la luz. "¿Por qué estás en mis sueños?" preguntó a nadie en particular. Michiru... ¿por qué estaba ella en sus sueños? Si la había conocido hoy. Pero había sido un sueño, oh, tan dulce. El corazón de Haruka se disparaba cuando pensaba en aquel breve encuentro con ella. "Vamos, baka, sácatela de la cabeza. Por si no te has molestado en comprobar, medio instituto babea por ella. Tiene más pretendientes de los que tú nunca tendrás". Salió de la cama y fue al cuarto de baño. Una mirada en el espejo no la hizo sentirse mejor. "Quizás se haría amiga mía si posara para ella..." ¡Mierda! Tú no querrás dejar las cosas en sólamente 'ser amigas', tu quieres más y ella no querrá. La última vez tuviste suerte de salir bien parada. Si ella iba a aquel instituto significaba que su familia tenía dinero. Si tenían dinero tenían poder. ¿Te das cuenta de lo que eso significa? Que te darán una patada en el culo si quieren. ¿Y sabes qué pasaría entonces, eh? Nada de carreras de coches, para empezar. Ni nada de seguir viviendo si llegan a los extremos. Haruka agitó la cabeza. No seas tonta. Ella no sentía nada por aquella chica. Sólo había sido un sueño. ¿Los sueños eran la forma en que se expresaba la mente, no? Sólo se trataba de un fragmento de ella, eso era todo. Se lavó la cara y se la secó con una toalla. Estaba haciendo una montaña de un grano de arena. Apagando la luz volvió a la luna. Si no era nada. ***** Haruka suspiró para sí. Ahora que estaba sensibilizada respecto a Michiru la veía de reojo a todo momento. Y casi le partía el alma tenerla tan cerca y al mismo tiempo tan inalcanzable. No, se trataba de algo más que un estúpido sueño. Haruka había estado luchando contra su consciencia desde hacía varias noches pensando que hacer respecto a Michiru. Una parte de ella quería admitir lo que sentía. La parte inteligente de ella le decía que cerrara el pico de una condenada vez. Ignoró a Michiru cuando ella se le acercaba. O tenía algo importante que hacer cuando intentaba hablar con ella. No importaba lo duro que intentara alejar a Michiru de ella, la chica no captaba la indirecta. '¿¡Por qué no te rindes?!' quería gritarle enfadada. '¡Yo sólo quiero que me dejes en paz! ¿Es que no puedes decir que no me gustas? Si sigues persiguiéndome así, quizás no pueda controlarme...' Una semana... dos semanas... Haruka sufría. La veía en todas partes. Sus sueños estaban tentados por su ligera sonrisa. Cada noche se despertaba diciéndose que era una tonta. Reuniría el coraje de hablar con ella pero luego todo se disolvía cuando sus sentidos se hacían cargo de la situación. Y le afectaba en todo lo que hacía. ----- "¡Haruka!" Yamagata la cogió del cuello de la chaqueta y físicamente la sacó del coche. "¡En qué demonios piensas!" le soltó enfadado por la nueva huída de ella de la muerte. Ella pudo leer el dolor y la preocupación en sus ojos que alimentaban su enfado. Apenas había logrado evitar el accidente. Aquel maldito novato había logrado tocarla. Ella había conseguido tener el coche bajo control. En lugar de esperar a que le enseñaran a él la bandera negra, le persiguió. Fría, calmadamente, trabajó para recuperar el camino tras él. Sólo le había costado un pequeño golpecito, y él ya estaba dando vueltas por la pista. Por supuesto, el movimiento a ella también le costó una bandera negra. Pero merecía la pena. Aunque fuera por un momento, había podido deshacerse de todas sus frustraciones tras un sólo objetivo. "Lo siento, Yamagata", se quitó el casco. "¡Y una mierda, niña!" la empujó hasta el garaje, asegurándose de que estaban solos antes de hablar de nuevo. "Has perdido la concentración. ¿Pero qué te pasa? Ésta no eres tú, para nada." "No me pasa nada" murmuró ella. "Bueno, pues no puede ser nada si te afecta en la conducción. ¿Cuándo vas a confiar en mi, Haruka? ¿Cuándo? He intentado apoyarte tanto comoh e podido. ¿Acaso no me lo merezco?" su voz se había hecho más grave. A ella le dolía el corazón de vergüenza por haber maltratado a su amigo. "Lo siento, Yamagata. De verdad." le abrazó brevemente. "Yo... Dios, ¿Cómo puedo explicarlo? Creo que me he enamorado." se sonrojó ligeramente. "Bueno, ya está, ya lo he dicho." Se apoyó contra el coche y cerró los ojos reflexivamente. "Al fin..." la rodeó con un brazo. Era un gesto paternal, para darle confianza a ella. "No pasa nada. Cuesta tiempo que estas cosas salgan." "Pero esto nunca se va a acabar" le dio una patada a un bote que había cerca de su pie. "Vamos, chica. Todo tiene que acabar eventualmente. Espero que las cosas acaben bien para ti. Pero quiero que me prometas una cosa. Cuando estés tras el volante, quiero que dejes tus problemas fuera del coche, ¿entendido?" Ella asintió. Era una advertencia. Y ella había sido una idiota por dejar que la situación pudiera con ella. Necesitaba aceptar que nunca tendría a Michiru y seguir adelante con su vida. "Gracias". Abrazó a su sabio mecánico. ----- ***** "¡Shimatta!" El corazón de Haruka latía rápidamente. Encendió la luz y se dirigió al cuarto de baño. Abrió el grifo y se echó agua fría por la cara. Aquel último sueño tenía a Michiru dentro, pero no era tan agradable como los demás. Era horrible. Michiru estaba vestida con una especie de uniforme escolar corto, pero no era un uniforme escolar. Se trataba de algo más que eso. ¡Maldita sea! No, no, era algo más importante que todo eso. Estaba flotando en el aire, delante de ella. A su alrededor el mundo estaba destruido. El cielo era rojo. Los edificios eran ruinas. No había edificios conocidos pero eran reales. Había silencio, como si ella fuera la única persona viva en aquel lugar dejado de la mano de Dios. Michiru, ella estaba allí, como una salvadora, observándola, llamándola. Era tan frustrante. Haruka intentó quitarse el sueño de la cabeza. Era tan sólo una pesadilla estúpida. Las tuvo a menudo mientras crecía. Pero aquélla era diferente... ¡No! ¡Estás siendo una estúpida de nuevo! Haruka se echó más agua en la cara antes de cerrar el grifo. Necesitaba descansar. Necesitaba averiguar qué le pasaba. 'Dios, ¿por qué disfrutas metiéndote conmigo?' susurró al apagar las luces y volver a dormir. ***** Un barco. ¿Por qué demonios tenía ella que estar en aquel elegante barco representando al espónsor? Ya tenían mucha gente que pudiera hacerlo. Pero no, la querían a ella. ¿Por qué? Ni idea. Seguramente querían arruinarle el fin de semana. Suspiró. Respirar hondo una y otra vez le ayudó a calmarse. Demasido estrés últimamente. Necesitaba unas vacaciones, pero, ¿a dónde podía irse? Oh, bueno... El camarero le trajo la bebida que había pedido. Estaba sentada sola en una mesa en el centro de una gran sala. No estaba muy segura de qué tenía que hacer excepto estar visible. Si eso era todo lo que tenía que hacer, entonces podía quedarse allí sentada toda la noche y tomarse su bebida. No se dio cuenta de que ella estaba allí al principio, ya que estaba ocupada cavilando. 'Michi-- Michiru,' se tambaleó al pensarlo. Aquello *no* podía estarle pasando a ella. Tranquila, Haruka, recuerda, finge desinterés. Algo difícil de hacer cuando el objeto que intentas ignorar es lo que más quieres en el mundo. 'Toca tan bien...' En una mesa cercana una pareja discutía sobre Michiru. Su talento era muy conocido y su atractivo cautivador. 'Cierra el pico', se ordenó. Finalmente la situación pudo con ella. Se puso en pie y salió a caminar. Caminó un rato. Una pintura en una pared atrajo su atención. 'Mi pesadilla...' la imagen jugaba en su mente. 'Es esto.' "Eres muy famosa" sonó una dulce voz desde las escaleras. Haruka bajó la vista y vio a Michiru sentada en un escalón. "Sé de alguien que querría ir contigo en tu coche." El corazón de Haruka se detuvo. '¡Dios, acaba conmigo ahora!" suplicó. "No he oído nada." No dicho por ella. Ella te está tomando el pelo, está jugando contigo, intentando hacer que quedes como una idiota, como los demás. Haruka devolvió su atención a la pintura. Leyó la placa. 'Kaioh Michiru: Fin del Mundo.' ¿Acaso tenían las mismas pesadillas? "¿Cómo puede ser posible que una chica tan gentil como tú pueda pintar algo tan horrible?" Michiru sonreía. El corazón de Haruka tembló al verlo. "No se trata de mi imaginación. Es mi destino... igual que el tuyo." Haruka la miró confundida. Mierda, quería quitarse el corazón del pecho y tirarlo a un lado. Rezongó. Ni que ella pudiera tener un futuro con Michiru. Pero a pesar de todo, una parte de ella creía... "¡Tonterías!" Lo único que me interesa es competir. Si éste es el futuro enfréntate tú a él porque yo no voy a hacerlo. Deja de investigarme, no te queda nada por saber." ¡Qué había hecho! No, hizo lo correcto. Le dolía, pero Michiru estaba rompiendo su vida. ¡Era el destino! Ella no creía en esas tonterías. El futuro no estaba escrito, era una misma quien lo labraba. Los ojos de Michiru se enfriaron. Sus labios se apretaron en respuesta a su enfado. "¿Tú crées que *yo* quiero enfrentarme a él?" siseó. "Yo quiero una vida feliz, de cuento de hadas, pero no existe. ¿Acaso no crées que tengo mis propios sueños? Yo quiero tocar el violín. Éso es lo que me interesa a mi." Se miraron durante un buen rato. Haruka fue quien rompió el contacto. "Sal de mi vida, Kaioh Michiru", y se fue. ***** Haruka apoyó la cabeza contra la pared que tenía detrás. Las luces del apartamento estaban apagadas. En el silencio oscuro preguntó. "¿En qué me equivoqué?" "Nacer, mi primero error fue nacer", se chó a reir. Bueno, eso no podía evitarlo. Estaba sola, como siempre, en su apartamento, acurrucada en su sitio para pensar. La ciudad era bonita a aquellas horas de la noche. Incluso a aquellas horas las luces brillaban con fuerza, iluminando un patrón de estudio para ella. Decir que su vida apestaba sería ser suave. ¿Qué le quedaba tras 16 miserables años de existencia? ¿Una familia? Ella había roto todos los vínculos con la suya. ¿Amigos? No se había molestado en crear una. ¿Las carreras? Bueno, eso sí lo tenía. Al final había conseguido hacer realidad su sueño. ¿Entonces por qué no era feliz? Abandonaría todo por conseguir su sueño. ¿Qué le faltaba entonces? ¿Dinero? ¿Fama? ¿Éxito? Amor... No tenía amor, pero no lo necesitaba. ¿O sí? Ya no estaba segura de nada. 'Bueno, veamos', decidió. Michiru, ella era su problema. Había hecho un buen trabajo al decirle que se largara aquella noche. Y aunque Michiru pudiera haberla amado, después de lo que le había dicho, no lo haría. ¿Entonces cuál era el problema? Todo debería ir bien ahora que se había deshecho de ella. Apoyó la barbilla sobre las rodillas. ¿Y si Michiru tenía razón? ¿Y si aquel horrible lugar de sus pesadillas es el futuro del mundo? Ellas podían hacer algo al respecto, estaba segura de eso. Pero lo que no sabía era cómo, aunque siempre tendrían espacio para maniobrar. Los pensamientos de Haruka volvieron de nuevo a Michiru. 'No puedo evitarlo, la quiero. Sé que no debería hacerlo, pero lo hago'. De nuevo maldijo a Dios por darle aquellos sentimientos. Le hacía sentirse deseal respecto a la fé con la que había crecido traicionarla de esta manera. Se levantó de la ventana y fue al dormitorio. Abrió un cajón de madera y sacó la cruz de su abuelo. "No merezco tener esto. Yo no tengo fé. Soy mala persona y no veo cómo puedo cambiar." Haruka se la llevó a la ventana. La dejó en suspenso con la cadena delante suyo. Las luces de la ciudad jugaban con el crucifijo, desviando la luz hacia la habitación. "Si eres un Dios piadoso, entonces alivia mi sufrimiento. No soy lo suficientemente buena para unirme a ti, pero por lo menos déjame morir. No puedo hacer nada por ti aquí. Déjame ir..." Levantó la cruz firmemente con una mano. Las lágrimas corrían en silencio por las mejillas. La verdad de sus palabras la asustó. ¿Qué tenía? ¿Las carreras? Había muchos novatos con talento que podrían ocupar su puesto. ¿Familia? Ellos no la querían a ella. ¿Amigos? Ninguno. Su muerte sería un final bien recibido para una vida sin sentido. "Dios" suplicó, "acaba con mi sufrimiento." ***** "Has llamado al teléfono de Ten'ou Haruka. En estos momentos no estoy en casa. Por favor, deja un mensaje al sonar la señal." Sonó el tono. Haruka miró a la máquina sin interés. "¡Haruka! ¿Dónde estás? ¡Maldita chica! Vas a matarme un día de estos, estoy seguro. Vale, no cojas el teléfono. Me importa un comino porque voy ahora mismo a tu casa" ladró la voz de Yamagata en la máquina. "Si no sabes mi dirección," murmuró ella. "Tengo tu dirección. Y no creas que vas a poder esconderte detrás de una puerta. Estoy seguro de tener una herramienta aquí que me pueda abrir paso a través de tus cerrojos." El teléfono al otro lado de la línea acabó con un golpe. Haruka suspiró antes de levantarse de la ventana. Se fue a la cocina a poner una tetera de agua en el fuego. No había ido al instituto después del día del barco. Ni tampoco el día posterior, ni al otro. Tampoco había ido al circuito. Los últimos días había estado sentada mirando por la ventana y contemplando su vida. No estaba de humor para visitas. Todo lo que quería era volver a su mente y que la dejaran en paz. Mierda, Yamagata la llevaría al médico o algo así si la viera en el estado en que estaba. No se había duchado en 3 días. Su normalmente rubio y suave cabello se había oscurecido considerablemente con la grasa. Garabateó una nota y la puso en la puerta, decía que pasara y se sirviera una taza de té. Hecho eso, se motivó para ir a la ducha. El agua caliente la ayudó a despertar de su estado semi-letárgico. Se secó el pelo con la toalla y se puso unos pantalones y una camisa. No necesitaba ir demasiado informal, ni siquiera delante de Yamagata. Asomó la cabeza por su habitación cuando escuchó un ruido de la cocina. Sí que había llegado rápido. "¿Puedes servirme a mi también una taza?" llamó desde dentro antes de volver a vestirse. Se pasó el peine por el pelo. Dudó si ponerse corbata o no. Era mejor ir sobre seguro, no quería que él pensara que algo iba mal. Salió de la habitación y se fue a la cocina. Había una taza sobre el mármol para ella. La cogió y se la llevó al salón, donde su invitado debía estarla esperando. "Me alegro de verte, Yama..." se paró en seco al ver una cabeza de cabello aguamarina girándose para mirarla. Se tragó el nudo de la garganta. "Michiru." "Perdóname" se sonrojó. "La nota de la puerta decía que pasara." dejó su taza en la mesita. Haruka entró en el salón. "No, no pasa nada." tragó de nuevo antes de fingir normalidad. "Qué te trae por aquí?" se sentó en el sofá frente a la silla que ocupaba Michiru. Michiru se sonrojó de nuevo. 'Está tan guapa cuando hace eso...' "No has ido al instituto en esta semana, Haruka. Me preocupaba que pudieras haber enfermado. No llamaste a nadie ni informaste de tu estado. Pedí tu dirección y decidí pasarme para ver si podía hacer algo por ti". Haruka suprimió una risita de sorpresa por el doble sentido que encontró. "Eh, estoy bien, ya lo ves. Es que no me apetecía ir, eso es todo." Una sonrisita jugó en sus labios. Desvió la mirada para coger su té de la mesita. Dio un sorbo a la taza, sus ojos meras rendijas por encima de la taza. Sus ojos podían ver su alma, Haruka estaba segura de ello. De repente sintió calor en el cuello. "Me estás mintiendo, Ten'ou Haruka," dijo lentamente. Haruka se puso a la defensiva porque había descubierto el farol. "¿Y qué?" respondió. ¿Por qué tenía que responderle? Michiru no era su madre. Bueno, ni que alguna vez hubiera respondido a su madre. "¿No crées que va siendo hora de que seamos sinceras la una con la otra?" "No tengo motivos para serlo. Ya aclaré mis sentimientos la otra noche." cruzó los brazos sobre el pecho. Sus ojos se entrecerraron y la miraron enfadados. 'Por favor, déjame en paz,' suplicó por dentro. Si no captaba la indirecta amablemente tendría que sacarla por la garganta. Michiru bajó la vista a su regazo. Asintió y se puso en pie. Haruka suspiró aliviada al verla caminar. Ahora sólo tenía que encargarse de Yamagata y habría acabado. Pero Michiru no se fue. Se fue al sofá y se sentó a su lado. Haruka intentó mantener la mirada enfadada mientras su corazón iba a toda velocidad. "Tienes razón." su voz era dulce ahora, casi un ronroneo. "Por ahora no nos queda nada más que discutiro." Tentativamente al principio, pasó un dedo por su mandíbula. El corazón de Haruka corría por saltar del pecho. Pudo sentir las venas latiendo bajo la piel. La ligera caricia de Michiru enviaba escalofríos por su espalda y casi se mea en el sitio. Acercó el rostro al suyo. Ahora toda la mano de Michiru estaba depositada ligeramente sobre su mejilla. La miró a los ojos. Haruka no supo qué vio allí, pero podía imaginarlo. Miedo, seguramente, para comenzar. Michiru se rió de ella por lo bajo. "'Distante (N. de la t. Haruka en japonés significa 'distante')'. Vives para tu nombre," sonrió amablemente. "¿De qué tienes miedo? ¿Acaso no es esto lo que querías?" "Se trata de un maldito sueño" su voz era ahora peligrosamente baja. "¿Un sueño? ¿Entonces quieres despertar?" Michiru cerró los ojos y se inclinó para encontrarse con sus labios. "¡NO!" Haruka salió disparada del sofá y corrió a su habitación. Cerró la puerta tras ella. Tirándose sobre la cama, se acurrucó y se echó a llorar. ¡Tenía que ser un sueño! Nada en el mundo sale tan bien. El amor no estaba destinado a ella. Lloró de frustración. ¿Por qué no podía ser feliz ella? Una silueta se unió a ella en la cama. Haruka no estaba en condiciones de luchar contra ella al ser inducida a un cariñoso abrazo. Estaba cansada de luchar contra la gente que la rodeaba. Estaba cansada de luchar contra sí misma. "¿Por qué no me dejas sola? Todo lo que quiero es estar sola", lloró sobre la falda de Michiru. Michiru no le respondió. En lugar de eso, pasó los dedos por su cabello, todavía húmedo. Y se quedaron así por lo menos durante media hora antes de que finalmente se cansara de llorar. Estaba cansada tanto mental como físicamente. "Michiru", susurró. "¿Hmm, Haruka?" "Déjame en paz. No soy buena persona. Si no puedo cumplir con mis propias expectativas, ¿Cómo puedo enfrentarme a las tuyas? Yo..." se quedó callada. Michiru dejó de acariciarle el pelo tras un momento de espera. Michiru se inclinó sobre la mujer que tenía en el regazo. Su respiración le hizo cosquillas al susurrar su nombre. "¿Haruka?" Haruka se levantó del regazo de Michiru. Se echó atrás, apoyada contra la cabecera de la cama. Tragó visiblemente antes de volver a hablar. "Michiru... Yo... Yo no puedo amarte. No es correcto, es..." Michiru dejó un dedo sobre sus labios, para hacerla callar. "¿Y desde cuándo Ten'ou Haruka se ha preocupado de lo que hacían los demás? Tu corres en coches, ¿Acaso eso no está destinado sólo para hombres? Llevas el uniforme masculino en el instituto mientras desafiantemente les dices a los demás que se 'vayan al infierno'". se echó a reir. Haruka sonrió débilmente. Aquélla era una de las frases que soltó en su último estallido de ira delante de los funcionarios del instituto. "Respóndeme a una cosa, Ten'ou Haruka, ¿Por qué lloras?" Haruka miró a la ventana. "Quiero estar sola, y tú no me dejas." "Mientes otra vez," la riñó suavemente. "Yo no..." Michiru levantó una mano para detenerla. "Haruka." su tono la hizo callarse. "Has estado sola en estos últimos días. ¿Te ha gustado? ¿Fuiste feliz?" su tono era de regañina. "Creo que el problema es que has pasado demasiado tiempo en tu vida sola." le acarició el pelo de nuevo. "En todos estos años nadie te ha comprendido. Has estado sola porque nadie apoya lo que no comprende." "¿Qué sabes tú de mi pasado?" preguntó de forma escéptica. Aquéllo era algo que no había compartido con nadie, ni siquiera con Yamagata. "Sé más de ti que tú misma. Te he estado observando, estudiando. Quiero ser yo la que te apoye, Haruka." "No necesito tu compasión." "¿Acaso crées que se trata de eso?" sonrió esta vez. "Eres tan tozuda como me han dicho. La compasión no tiene nada que ver con esto." Michiru cogió a la vencida Haruka entre sus brazos. La acercó hacia ella y la apretó contra su cuerpo. Haruka la miró. Su enfado y escepticismo estaban derritiéndose. "Por qué no me dejas sola?" casi lloró. Michiru le sonrió, levantándole la barbilla con una suave mano. Michiru la miró a los ojos de forma que no la dejaba escapar. Haruka vio que Michiru se acercaba a ella. "Porque te quiero, Ruka-chan", presionó sus labios contra los suyos propios. Gentil al principio, probando si ella iba a rechazarla de nuevo. Cuando no lo hizo, Michiru dejó su barbilla para dejar la mano tras su cabeza. La excitación de las caricias de Michiru liberaron el fuego que la quemaba. Los ojos de Michiru nunca dejaron los suyos mientras Haruka la rodeaba con los brazos para abrazarla ligeramente. Michiru acabó el beso mordiéndole los labios ligeramente. Haruka cerró los ojos, las emociones eran demasiado fuertes, podían con ellas. Era demasiado para aceptarlo. Michiru no se separó de ella, la atrajo más hacia sí misma. En un momento de debilidad encontró lo que le había estado faltando en toda su vida. Otros puede que la quisieran pero nadie quiso ser su amante. Pensarlo le hizo detenerse brevemente y sonreir antes de unirse a Michiru de nuevo. Se separaron la una de la otra tras unos momentos de calma. Haruka se apoyó relajadamente en Michiru. "¿Michiru?" "¿Hmm, Haruka?" ronroneó. "No me dejes sola." En el salón sonó el teléfono. Haruka no se movió para responder. Lo había estado ignorando durante toda una semana, así que ya no importaba. "Has llamado al teléfono de Ten'ou Haruka. En estos momentos no estoy en casa. Por favor, deja un mensaje al sonar la señal." "¡Haruka, maldita sea! Todavía estoy en el garaje, se me ha roto el coche. Has tenido suerte esta vez. Pero será mejor que te vea aquí mañana o tendré a todo el equipo en tu puerta antes de lo que tardas en parpadear. ¿Me oyes?" Yamagata gritó a alguien de fondo. El teléfono colgó en ese momento. ***** Haruka llegó al garaje en su coche deportivo. Salió del asiento del conductor y caminó al del pasajero, para abrir la puerta. Michiru asintió dándole las gracias y salió del coche. Haruka la llevó al garaje. Gritó para llamar a Yamagata porque había mucho ruido y no la escuchaba. "¿Qué?" gritó él en respuesta y se giró. Al verla se levantó y se limpió las manos con un trapo. "¿Querías verme?" sonrió de forma torcida. "Ésta es mi amiga, Kaioh Michiru", presentó. "Encantado de conocerte" agachó la cabeza ligeramente. Ella era una chica con clase, de las que los monos grasientos como él tan sólo se limitaban a soñar con conocer un día. "Me preguntaba si podría llevarla al circuito y enseñarle a correr". "¿Eh? ¿Ya confías en esta traviesa?" sonrió él. "Completamente." respondió Michiru de forma sincera. "Sí, puedes llevártela. Debe haber un traje en la taquilla que le venga bien. Hiyama, ven a ayudar a esta señorita a encontrar un traje," llamó a un mozo. Hiyama llevó a Michiru a las taquillas mientras él llevaba a Haruka a la oficina para hablar con ella. "Yamagata, no quiero dejar a Michiru..." comenzó a protestar. "Ella estará bien, chica. Puedes confiar en Hiyama." la miró. Su rostro no revelaba lo que pensaba. "¿Así que se trataba de ella?" Haruka inclinó la cabeza confundida. "¿Qué?" "Nunca trajiste a ninguno de tus amigos al circuito antes. ¿Es ella en quien pensabas? ¿La chica de quien te has enamorado?" "Yama..." intentó explicarle. "Maldita niña, ¡no te estoy riñendo! Así que se trata de ella. Ya me lo imaginaba," cruzó los brazos y se apoyó en el escritorio, pensando. "¿De qué hablas?" Haruka también cruzó los brazos. Se dio cuenta de ello y dejó los brazos en los costados. Él se rio de ella, pero no por la acción. "Has pasado todo este tiempo intentando de averiguarlo, ¿verdad? Haruka, yo ya me di cuenta de que tus gustos eran diferentes después de haberme deshecho de medio circuito porque no te gustaba." "¿Y no te sienta mal?" "No puedo decir que es lo que yo prefiero", suspiró. "Pero ayudará a los espónsors que te vean con tu novia. Porque ella lo es, ¿no?" sus ojos se entrecerraron. Haruka asintió. "Sí, la quiero mucho, Yamagata." "Ya lo veo. Le diré a los chicos que no se le acerquen. ¿Por qué no vas a enseñarle lo bien que se te da esto?" Haruka le sonrió. Era una sonrisa de corazón. Antes siempre dudaba, había tristeza. Ahora, ahora ella había encontrado a alguien que llenaba el vacío que había en ella. Alguien que había cerrado la distancia... **********( Fin Distante )********** Notas de la autora: Aquellos a quienes les suenen los trabajos de Tim Nolan verán que he tomado prestadas algunas cosas de él. Lo he hecho con su permiso. Dejadme decir ahora qué he tomado prestado de él antes de seguir con el por qué: El padre de Haruka es panadero. Su familia es de clase media y su crecimiento entre el bienestar económico y la popularidad aunque compite. El mecánico que se llama 'Yamagata' y que le permitan competir corriendo en coche. También a 'Takashi', el representante de los espónsors. El hecho de ir a ver a un psicólogo infantil, el viaje en tren y su entrada en las carreras. ¿Por qué? Porque mi introducción a las Outers fue a través de 'Awakenings' y me encantó. Sé que son sus ideas pero han influido en mi modo de verlas y se trata de algo con lo que me gustaría seguir en mis trabajos. Tim lo ha justificado y no puedo evitar seguirlo. Apoya mis esfuerzos y me gustaría darle las gracias por ser tan comprensivo y dejarme hacer esto. He diferido en algunas de sus ideas respecto a la actitud de los padres de Haruka con ella. Para ser sinceros, me gusta más el acercamiento de Tim, pero no iba muy bien con mi historia. Además (por lo que sé) la familia de Haruka no aparece en ninguna parte y ahí hay un buen campo de trabajo. Algunos materiales utilizados en referencia a esta historia incluyen: Las letras de "Kaze ni nari tai" (Yo quiero convertirme en viento). El resumen del episodio 106 de Hitoshi Doi. Ver S (sobre todo los episodios clave). Y, por supuesto, un vistazo a la obra de Tim 'Awakenings 2", que estaba al lado del teclado de mi ordenador mientras escribía esto. Más anotaciones: En el episodio 106 el apellido de Haruka figura como 'Tenoh' en su traje de carreras. Pero yo prefiero deletrearlo 'Ten'ou' porque lo hace más distintivo. Las dos son formas correctas. He diferido de la historia en el modo en que se conocen las dos. Oh, bueno, me gusta más mi historia ^_^; Todos los personajes son propiedad de sus respectivos dueños. (estoy segura de que ya sabéis de quién es quién:) Gracias a Tim Nolan por las razones mencionadas antes y más. Jackie Chiang, que, con un boli rojo en la mano, me ha dado generosamente su tiempo para corregir de errores esta historia. Lord Charon por las sugerencias y los ánimos. Y a todos vosotros por leerlo ^_^